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Actualizado: 1 de julio de 2025
Con esto, amiga de chismes, de meterse en líos y enredar a la gente; caminaba con desgaire atroz, a la manera del papagallo, los pies atravesados y a pasos menudos; su voz era chillona y de timbre antipático, tan estridente, que se metía en el oído y allí se estaba vibrando sobre el tímpano, como insufrible chicharra, hasta total aturdimiento... ¿He dicho que se comía las uñas? ¿sí? pues, ya está hecho el retrato de la señorita Angela Esteven.
Si la Luna eleva las aguas tres pies, el Sol y ella juntos las hacen levantarse hasta cuatro. ¿Y a qué se debe que las mareas sean más fuertes en unos lugares que en otros? Porque he oído decir que en algunos puntos de la Tierra llegan a alturas enormes. Es cierto, Cornelio, y se explica por la configuración especial de ciertas costas.
La sola fecha de las cartas bastó para tranquilizarle por completo, y este fiel amigo tomó entonces a su cargo acortar las distancias y echar a la mar pelillos, repitiendo al oído de uno y otro cónyuge la frase del pato de la fábula: Paz, caballeros, paz.
Dos hilos de lágrimas que iban a perderse en sus blancas patillas brotaban de los ojos de Diógenes; con una leve señal llamó a la marquesa, y díjole al oído con sencilla expresión de gozo inefable: Dice el padre Mateu... que Dios me ha perdonado...
Córdoba no sabe que existe en la tierra otra cosa que Córdoba; ha oído, es verdad, decir que Buenos Aires está por ahí; pero si lo cree, lo que no sucede siempre, pregunta: «¿Tiene Universidad? Pero será de ayer. Veamos: ¿cuántos conventos tiene? ¿Tiene paseo como éste? Entonces eso no es nada...»
La niña le dijo entonces al oído, que del otro lado del torrente, atravesado por una larga palanca, quedaba aún una cabaña donde pensaba que podía estar. Marcharon en aquella dirección, durante media hora de fatigosa caminata, pero inútilmente.
32 Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar. 33 Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría. 1 Además respondió Eliú, y dijo: 3 Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta para comer. 8 Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres maliciosos.
Escuchaba con mucha atención Candido este razonamiento, y formó por él altísima idea del orador; y como había tenido la marquesa la atencion de colocarle á su lado, se tomó la licencia de preguntarle al oido quien era un hombre que tan de perlas hablaba.
Valeria, descalza, para no ser sentida, fue hasta la puerta del cuarto donde estaban, y pegando la oreja al ojo de la llave escuchó todo lo que hablaron. ¿Has oído a madre? dijo Juan. Sí repuso Pedro. ¿Y qué dices? Que no me voy. Ni yo tampoco. ¿Por qué? Porque no me separo de ella... ni de ti. Lo mismo digo. Pues ella dispone que se vaya uno. Ya le haremos ceder. ¿Y si no cede?
Acabada la misa, algunos indios, coronados de plumas, con las piernas llenas de cascabeles y llevando en la mano un gran sable de madera, ejecutan delante de la iglesia una danza religiosa y guerrera muy monótona; terminada esta, se presentan mas de sesenta músicos, provistos de flautas de todos los tonos, desde las notas mas agudas hasta las mas bajas; y colocándose en dos filas, se ponen en marcha lentamente y al compaz de una música singular, acompañada de tamboras . Cada uno de los músicos hace producir á su instrumento una sola nota particular; y el conjunto de estos acordes enteramente salvages suele lisongear muchas veces al oído por su mucha armonía.
Palabra del Dia
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