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Actualizado: 1 de julio de 2025
¡Cuándo llegaré yo a este estado de bienaventuranza, Señor! murmuraba Julián poniendo una señal en el libro . Había oído algunas veces que Dios concede lo que se le pide mentalmente en el acto de consagrar la hostia, y con muchas veras le pedía llegar al punto de que su cruz.... No, la de la pobre señorita, le fuese dulce y gustosa, como decía Kempis....
El ganadero, por su parte, necesita mucha tierra inculta para criar sus fieras, que la pagan no por su carne, sino en razón de su salvajismo. Y los poderosos que poseen el dinero, tienen interés en que todo continúe lo mismo, y así seguirá. Salvatierra reía recordando lo que había oído sobre el progreso de su país.
42 Y decían a la mujer: Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo. 43 Y dos días después, salió de allí, y se fue a Galilea. 44 Porque el mismo Jesús dio testimonio de que un profeta en su tierra no tiene honra.
Veía brillar entonces en la obscuridad, como un paraíso perdido, el molino en que había transcurrido su infancia y el tictac de las ruedas resonaba en su oído como un canto divino. Al sonar la diana se deshacía el encanto.
El joven más principal de Lancia debía amar a la niña más rica y más bella. Por otra parte, parecía como si quisiera demostrar a la población que no era un extravagante o un maniaco, como alguna vez había oído insinuar.
¡Ay, Periquillo del alma! gritó la anémica, que con su fino oído no perdía palabra . ¿Me dejas, eh? ¿Qué daño me ha de hacer eso? Ande usted, Miranda, interceda usted por mí. Hombre, alguna vez.... Puede que le sirva de alivio, distrayéndola. No haga usted caso, Gonzalvo.... Dice el señor Duhamel que no.... ¿quién lo sabrá mejor, el médico o ella?
Y es porque el infeliz no los ha oído nunca, ni en la Noche-Buena, ni en la de Año Nuevo, ni en la de los Santos Reyes, pues se ha dormido siempre antes de que lleguen al portal; así es que cree en los marzantes como en el otro mundo, por lo que le cuentan.
Y la vanidosa señora, para afirmarse en su resolución, buscaba ejemplos y recordaba lo que tantas veces había oído en las murmuraciones infames de las tertulias: los innumerables casos de señoras tan decentes como ella, bien consideradas por la sociedad, y que habían hecho sacrificios iguales para salvar el prestigio de sus casas.
No buscaba nunca a hombre ni a mujer como no fuera para las necesidades de su profesión, o a fin de proporcionarse lo que necesitaba, y las mozas de Raveloe pronto se persuadieron de que jamás obligaría a ninguna a casarse con él contra su voluntad, tal cual si las hubiera oído declarar que no se casarían nunca con un muerto resucitado.
La esposa de Cuadros, que respondía a sus amigas con sonrisas de conejo y parecía muy preocupada por pensamientos tristes y misteriosos, abalanzóse a doña Manuela, saludándola con apretado abrazo y sonoros besos. Parecía una desesperada que encuentra al fin el medio de salvación. Tenemos que hablar, doña Manuela le dijo al oído . No, ahora no; después se lo contaré todo. ¡Ay, si usted supiera...!
Palabra del Dia
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