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Actualizado: 15 de octubre de 2025


Enormes calderos de manteca blanca como espuma ocupaban un extremo del mostrador, y era bonito ver resbalando por aquellas blanduras de grasa las esmeraldas y los diamantes clavados en los dedos de Nazaria.

La actividad de Nazaria y su inteligencia no bastaban a atenuar los malos efectos de la holgazanería de López, el cual no sólo derrochaba en torpes fraucachelas lo adquirido con sus malas artes y conexiones políticas, sino que también sabía apurar, dejándolos en las puras tablas, los cajones del mostrador, llenos del pingüe esquilmo de la mañana.

Entraron algunos vecinos, para quienes no era nuevo aquel laberinto, aunque hasta entonces no había ocurrido pendencia tan ruidosa en casa de Nazaria; entró también Romualda dando gritos, y todos se dedicaron a la grande obra de la pacificación. Cada contendiente se vio rodeado de un grupo y oyó las exhortaciones más razonables. ¡Cosa extraordinaria!

Entonces dijo Nazaria con temblor y abatimiento , esa maldita cólera de Dios no me perdonará a , porque le tengo más miedo que a una centella, y si miro a la puerta me parece que entra en figura de gente, si miro a la ventana me parece que entra con el aire, con el sol y con el polvo de la calle.

Su brazo, que no debía de tener más que el hueso seco, se extendía oscilando con lúgubre cadencia. Su mano empuñaba una rama de acacia, para espantar con ella las moscas que molestaban a Nazaria. Gracián y el otro clérigo se sentaron después de saludar a la enferma con mucho interés.

Vamos, vamos dijo Tablas contoneándose otra vez , que hoy estoy tan bromista, que si me tocan, por cada dedo me sale un tiro. Lo que a ti te sale es el aguardiente que has bebido. ¡Nazaria!... Úrgame tanto así, y verás lo que es canela. ¡Nazaria!... ¿En dónde has estado hoy? dilo pronto gritó la Pimentosa hablando a borbotones . ¿Quién es ese futraque que vino a buscarte?

Su cara de hambre y miseria, su aspecto de cansancio no excitaban la compasión de aquellos caballeros andantes de la plebe. Rumalda. Señor. Sube y tráeme las dos pistolas que están colgadas junto a la cama.... Después llevarás el agua a Nazaria. Madre Nazaria no me ha mandado por agua. Ya no tiene sed. Me ha mandado por un cura. Dice que se muere.

Curaos de vuestro daño, y así ninguno que esté próximo a vosotros se contaminará de él.... Os amonesto por tercera vez, y os amonestaré la cuarta y la quinta, porque yo, que he despreciado tantas veces la muerte, ¿qué caso puedo hacer de vuestra resistencia? Nazaria, vuelve en ti, oye mis consejos. Citando tu corazón de un grito, corre a la iglesia, no te detengas. Me hallarás en mi confesionario.

Entre el murmullo se oía: «Señá Nazaria, péseme, bien, que soy parroquiana.... Señá Nazaria, córteme pierna de abajo.... Señá Nazaria, tenga conciencia y vea que eso es cordilla para los gatos.... Señá Nazaria, el solomillo limpio y mondo o no cobrado.... Señá Nazaria, tenga conciencia en las chuletas».

Ladrón, si te mueves, te como... gritó Nazaria en voz tan imponente, que Tablas, ya en camino de traer al tercer personaje, se detuvo en medio de la sala . Ponte en la puerta de la calle ahora mismo, holgazán, gorrón, que el pan que me has comido, mejor habría sido echarlo a los perros.... ¿Pues no te contentas con gastarme mi dinero y arruinarme la casa, sino que me amenazas?... ¡Por vida del arpa del tío David, yo tenía más dinero y más comenencia que cuatro reyes, y me has llenado de trampas!

Palabra del Dia

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