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Actualizado: 5 de junio de 2025
Es un hombre flaco, de color moreno que tira á aceitunado, de labios delgados, ojos negros opacos que miran con notable insistencia, lampiño hasta cierto punto, pues que no adorna su rostro más que exiguo y negro bigote y no ofrecen sus mejillas señales del paso de la navaja; la nariz fina y la frente levantada y estrecha. Viste con esmerada corrección y á par con gravedad.
¡Reendino! exclamó con trágico furor la maja, soltando á Clara y echando rápidamente mano á la cintura, de la cual sacó una navaja, que esgrimió con el donaire y la presteza de un matutero. ¡Saco e demonios! dijo el otro, enarbolando el palo.
Probósele que a todos los que hacía la barba a navaja, mientras les daba con el agua levantándoles la cara para el lavatorio, un mi hermanico de siete años les sacaba muy a su salvo los tuétanos de las faldriqueras. Murió el angelico de unos azotes que le dieron en la cárcel. Sintiólo mucho mi madre, por ser tal que robaba a todos las voluntades.
¡Si yo creo que hasta debe de tener miseria, mujer! apuntó una delgadita como un mimbre, que oscilaba mucho al andar y se chupaba un dedo en cuanto se paraba . ¡Cómo se arrasca! Oye, tú dijo al oído de la anterior, abriendo mucho los ojos y enarcando las cejas, una pequeñuela, muy nerviosa y asombradiza . ¡Si traerá la navaja! ¿Qué navaja? preguntó la delgadita, no muy segura de su valor.
Los curiosos se paraban ante la Fontana; salían los tenderos á las puertas; el barbero Calleja, que se hacía llamar ciudadano Calleja, estaba también en su puerta pasando una navaja, y contemplando el club y á sus parroquianos con una mirada presuntuosa, que quería decir: "si yo fuera allá...." Algunas personas se acercaron á la barbería formando corro alrededor del maestro.
Y herido en su arrogancia, miraba con aire de reto a Juanón y a los más bravos, llevando preparada la navaja en un bolsillo de la chaqueta, siempre a punto de caer sobre ellos, a la más leve provocación. Para demostrar que no tenía miedo a una gente ansiosa por dar salida a los antiguos rencores contra el vigilante de su trabajo, Rafael intentaba justificar al amo. Fue una groma.
Hasta su ama se atrevía con él ¡con él, que era el terror de todos los propietarios de la huerta! , y en su visita de San Juan habíase burlado de su dicho de las cadenas y hasta de la navaja, anunciándole que se preparase á dejar las tierras ó pagar el arrendamiento, sin olvidar los atrasos. ¿Y por qué se crecían de tal modo?
Unos me llamaban don Navaja, otros me llamaban don Ventosa; cuál decía, por disculpar la envidia, que a mi padre le habían llevado a su casa para que la limpiase de ratones, por llamarle gato; otros me decían zape cuando pasaba, y otros, miz. Al fin, con todo cuanto andaban royéndome los zancajos, nunca me faltaron, gloria a Dios; y aunque yo me corría, disimulábalo.
Romualda subió, mientras Tablas y sus amigos conferenciaban gravemente en la puerta. Era un consejo de guerra de caníbales en la expectativa de una gran batalla-merienda. Cuando Romualda bajó con la navaja, López dijo a los amigos: El Gobierno mandará tropas a defenderles. Bueno es estar prevenido. Mira, Rumalda.... Romualda había pasado ya a la otra acera, y desde allí les miraba con espanto.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda del todo quemada; entonces ofrecerán sobre tu altar becerros. 2 Agravios maquina tu lengua; como navaja amolada hace engaño. 3 Amaste el mal más que el bien; la mentira más que hablar justicia. 4 Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua.
Palabra del Dia
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