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Actualizado: 14 de junio de 2025


Bien, me agrada tu idea. Ya he referido a ustedes los detalles de la presentación y de la primera entrevista de Judit, Arturo y la tía. Hízose que monseñor el obispo tuviese noticia de ello, pero monseñor se hizo el desentendido.

Sara, la Unica, era muy niña todavía, y en el convento donde se hallaba, la comunidad se apercibía á celebrar la visita del anciano «monseñor» de Sibour, arzobispo de París. Para mayor amenidad y brillo de la fiesta, la hermana Teresa había compuesto una obrita teatral, dividida en tres cuadros, y titulada «Tobías recobrando la vista», que debía ser interpretada por las alumnas mayores.

Este cuadro representa al venerable monseñor Affre, al caritativo y valeroso arzobispo de Paris, herido gravemente por una bala en las barricadas del célebre arrabal de San Antonio, en Junio de 1848, y la bala que se ha extraido de la sangrienta y mortal herida.

Cartas auténticas de Monseñor Roberto, Obispo y Nuncio de Su Santidad en París, fecha 6 de febrero de 1612, acreditando que conoció bien á Antonio Pérez y le acordó permiso para tener oratorio en su casa, teniendo certeza de haberse servido de él hasta la última enfermedad.

Gracias a él, las señoras de ambos lados venían a visitarlas, atraídas por el brillo purpúreo de su faja de seda y el esplendor de su cruz de oro. Y Monseñor, sonriendo bonachonamente, se esforzaba por mostrarse galante y pretendía entretener al femenil concurso con chistes aprendidos en el seminario y recuerdos de sus estudios clásicos.

En un principio, Judit quedó anonadada por la lectura de esta carta. Pero luego, cobrando ánimo, consultó a su corazón, apeló a todas las energías, y contestó lo siguiente: * «Monseñor: »Me trata usted con mucha crueldad; y, no obstante, podría asegurar ante Dios que nada tengo de qué acusarme.

No, por cierto repuso, en tono despreciativo, una señora anciana que llevaba en brazos un perrito de Viena, y la cual iba seguida por dos lacayos de lujosa librea; el conde Arturo no se ha casado: monseñor su tío no lo consentiría. ¿Quién es, entonces, esa linda joven?... ¿Su hermana, acaso? Nada de eso; es su amante... una bailarina de la Opera, según creo.

La iglesia de San Esteban del Monte, cuyo magnífico interior sorprende por su elegancia arquitectural y su gusto y severo estilo, ha sido teatro últimamente de un gran crímen que puso en conmocion á todo Paris. Dentro de esta iglesia el asesino Vergé sepultó un cuchillo en el corazon del venerable arzobispo de Paris Monseñor Sibour.

A su lado, el monseñor, con sotana de seda y gesto compungido, movía los labios por la salvación de la difunta. «¡Hijo mío! Todos tenemos nuestras penas.» Y la pobre señora, al hablar así, miró á otra enlutada elegante que se mantenía en el cementerio á cierta distancia de ella, y parecía anonadada por una ceremonia que la había obligado á salir del lecho antes de mediodía.

Arrodillado a sus pies estaba el abate, con las barbas fluviales tendidas sobre el negro delantero de su sotana. Todos los ojos iban hacia él: sólo la familia de La Boca seguía con mirada amorosa los movimientos de Monseñor al decir la misa.

Palabra del Dia

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