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Actualizado: 19 de junio de 2025


No puede haber perdón para tanta alevosía. ¡Pagar de este modo el asilo que le hemos dado sin merecerlo! Pero bien dije yo que de usted no podíamos sacar cosa buena. Señoras dijo Clara deshaciéndose en lágrimas, yo les juro á ustedes por Dios y por todos los santos, que por no ha entrado ningún hombre; que yo no soy culpable de todo eso que ustedes dicen. Yo se lo juro por Dios y por la Virgen.

Por fin, aprovechando un instante de vacilación, antes que de nuevo tomara vuelo y lanzara otra sarta de denuestos, la atajó diciendo: Agradezco a usted mucho, hija mía, el interés que me manifiesta en esta que usted cree injusticia que se me hace, y que no lo es. Yo no he deseado nunca ese cargo ni he hecho nada por merecerlo.

Con esto, la buena anciana se levantó y guardó en una alacena el plato que Dolores había servido al lego, diciéndole: Aquí se lo guardo a usted para mañana, hermano Gabriel. Concluida la cena dieron gracias, quitándose los hombres los sombreros que siempre conservan puestos dentro de casa. Después del padrenuestro, dijo la tía María: Bendito sea el Señor, que nos da de comer sin merecerlo. Amén.

Mi señor, ansi se suena, Que la mercancia es buena. Si es limosna? Si será. Vamos. , Aurelio, procura Tu partida, y ten cuidado De aquello que me has jurado. Crezca el cielo tu ventura. Gracias te doy, eterno Rey del cielo, Que tan sin merecerlo has permitido Que por la mano de quien mas temia, Tanto bien, tanta gloria me ha venido. Entra FRANCISCO cautivo, y luego los otros tres.

Sea lo que Dios quisiere, dijo Cervantes, y si con mi vida rescatar yo pudiera el corazón de vuestra señora, que sin tan yo merecerlo ni esperarlo, por mis amores está cautivo, con gusto la daría y mil que tuviera.

Por imposible debéis tenerla, dijo llorando y acongojada Florela; y no es vuestra la desventura, que así os hiere a vos como a mi señora, sino de mi señora, que para ser desventurada ha nacido, y tan sin merecerlo, que en ella la hermosura, con ser tan grande, es lo menos, y más la hermosura es de su alma; que Dios ha hecho para la nobleza, para la honestidad y para la virtud.

Estaba Cardenio entonces en su entero juicio, libre de aquel furioso accidente que tan a menudo le sacaba de mismo; y así, viendo a los dos en traje tan no usado de los que por aquellas soledades andaban, no dejó de admirarse algún tanto, y más cuando oyó que le habían hablado en su negocio como en cosa sabida -porque las razones que el cura le dijo así lo dieron a entender-; y así, respondió desta manera: -Bien veo yo, señores, quienquiera que seáis, que el cielo, que tiene cuidado de socorrer a los buenos, y aun a los malos muchas veces, sin yo merecerlo, me envía, en estos tan remotos y apartados lugares del trato común de las gentes, algunas personas que, poniéndome delante de los ojos con vivas y varias razones cuán sin ella ando en hacer la vida que hago, han procurado sacarme désta a mejor parte; pero, como no saben que yo que en saliendo deste daño he de caer en otro mayor, quizá me deben de tener por hombre de flacos discursos, y aun, lo que peor sería, por de ningún juicio.

Bien quisiera, lector, que pensáramos a dúo y que mi conciencia hallase siempre eco en la tuya: si por torpe desespero de lograrlo, por sincero creo merecerlo. No busques en mis cuentos y novelas lección ni enseñanza: quédese el adoctrinar para el docto, como el moralizar para el virtuoso: sólo tienes que agradecerme el empeño que puse en divertir y acortar tus horas de aburrimiento y tristeza.

Palabra del Dia

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