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Actualizado: 11 de junio de 2025
Esa señora doña Voz pública, mi querida Gracia, se arroga hoy el lugar que ocupaban antes los bufones en las cortes de los reyes. Como ellos, dice todo lo que se le antoja, sin cuidarse de que sea cierto; así pues, doña Voz pública ha mentido, prima. Pues decía más añadió la condesa riéndose . Le daba a tu futura dos millones de duros de dote. Rafael se echó a reír.
Las anteriores paces se concertaron con los elementos de la confianza y la hidalguía por una parte, y el terror y la necesidad por otra, convenciéndose bien pronto los españoles de lo mentido de las promesas y la falsía de la sumisión.
Óigalas usted: He mentido, para morir... Yo no podía... Gracias... Perdón... Esas fueron, sus postreras palabras. Yo quise morir con ella. Tenía en la mano el arma, y la volví contra mí mismo; pero alguien me apretó en ese momento el brazo como con una tenaza. Alejandra estaba delante de mí: ¡Tú tienes que vivir! ¡Debes vivir! ¡Debes salvarte! ¡Déjame hacer!... Yo no comprendía.
La joven tomó el brazo de su madre, apoyó su linda cabeza sobre el hombro materno, y dijo cariñosamente: Querida mamá, puedes estar tranquila, no estoy afligida. ¿Tú sabes, entonces? María Teresa se sonrió. Que Huberto ha ido a las carreras de Ascot, que ha mentido, y que se divertía mientras nosotros sufríamos. No solamente esto no me desagrada, sino que me llena de felicidad...
En efecto, podrá suceder muy bien que haya mediado la infidelidad de un amigo, que haya ocurrido la desgracia imprevista; podrá ser mucha verdad que su corazon sea excesivamente bueno, es decir que será muy posible que en su relacion no haya mentido; pero no será extraño que en esa misma relacion se os presenten de bulto las causas de su desgracia; que en su concepcion tan superficial como rápida, en su juicio extremadamente lijero, en su discurrir especioso y sofístico, en su prurito de proyectar á la aventura, en la excesiva confianza de sí mismo, en el menosprecio de las observaciones ajenas, en la precipitacion y osadía de su proceder, halleis mas que suficiente causa para haberse arruinado, sin la bondad de su corazon, sin la infidelidad del amigo, sin la desgracia imprevista.
Dos grandes lágrimas se desprendieron de sus ojos, mientras murmuraba tímidamente: ¡He rezado tanto!... ¡He llorado tanto!... ¡Es verdad!... ¡Pero ha mentido tanto!... ¡Ha rodado tanto!... Dios puede hacer un milagro... Y el hombre puede hacerlo inútil. Yo espero que no... Yo temo que sí. ¿Pero a ti quién te lo dice?... ¿Y a ti quién te lo asegura?
Antes de matarse, le había dicho que le amaba, y era evidente que al decírselo había mentido. ¿Quién aseguraba, entonces, que no hubiera mentido otras veces?... Así como todos los humores acres latentes en una sangre corrompida se despiertan a la más leve herida y la exacerban y la gangrenan, así el desengaño del joven encontraba alimento y fuerzas en una multitud de ideas roedoras de las cuales antes no había tenido conciencia.
El descanso es ansiado tan sólo cuando el cuerpo está cansado; agua ansía el sediento; tener hambre es forzoso, para que sea ansiado el alimento; sentirse débil para ansiar la ayuda; ciego para anhelar el sol hermoso... y para tener fé, sentir la duda. ¡Placer!... Mentido ensueño, rayo que presta luz sólo un instante y deja en pos de sí terrible huella; que con tenaz empeño, sigue al amor el pesaroso hastío, la sórdida avaricia á la riqueza, á la amistad el desengaño frio, la ambicion al poder, y la tristeza á la expansiva risa del contento.
Y vendida, ¿no estaba en tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, le envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.
No, señor dijo la Dorotea ; me he criado en el convento de las Descalzas Reales; recuerdo que, desde muy niña, iba todos los días á visitarme el tío Manolillo; yo lo creía mi padre; pero cuando estuve en estado de conocer mi desdicha, me dijo el tío Manolillo: «Yo no soy tu padre; te encontré pequeñuela y abandonada...» ¡Y no te he mentido, vive Dios! En la calle te encontré dijo el bufón.
Palabra del Dia
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