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Actualizado: 6 de julio de 2025
Ese es el traje del pescador; del que fabrica las casas de caña, con el techo de paja de arroz; del marino ligero, en su barca de dos puntas; del ebanista, que maneja la herramienta con los pies y las manos, y embute los adornos de nácar en las camas y sillas de madera preciosa; del tejedor, que con los hilos de plata y de oro borda pájaros de tres cabezas, y leones con picos y alas, y cigüeñas con ojos de hombre, y dioses de mil brazos: ése es el traje del pobre cargador, que se muere joven del cansancio de halar la djirincka, que es el coche de dos ruedas, de que va halando el anamita pobre: trota, trota como un caballo: más que el caballo anda, y más aprisa: ¡y dentro, sin pena y sin vergüenza, va un hombre sentado!: como los caballos se mueren después, del mal de correr, los pobres cargadores.
Se hacen los preparativos a bordo, y el capitán Maal, nuestro simpático jefe, redobla su actividad, si es posible. Es un viejo marino, natural de Curaçao; tiene en el cuerpo 30 años de navegación del Magdalena.
El poeta italiano, Marino, dice á este propósito, en el elogio fúnebre de Lope (Obras sueltas, tomo XXI, pág. 18): «Vera arte di commedie é quella, che mette in teatro quello che piace agli uditori: questa é regola invincibile della natura e voler la carestia d'ingegno, o il far del critico á poca spesa sostentare, che una effigie sia bella perchi abbia le figure del volto corrispondenti all'arte, se gli manca quel ingasto e aria inesplicabile, ed invisibile, con il quale la Natura (con l'Arte) le lega insieme, ser
Me llamo Golvín y soy capitán del Galeón Amarillo, destinado á conduciros. Marino desde la infancia, he peleado á bordo de barcos ingleses contra normandos y genoveses, bretones, españoles y sarracenos, y os aseguro que la nave de mi mando es muy débil para atacar corsarios.
Ya tropieza el viajero con el marino de pequeña estatura, rollizo y mofletudo, con su chaqueta de paño negro, abierta, el ancho cuello de la camisa de franela, el sombrerito redondo y charolado, puesto al desgaire sobre una oreja, la corbata negra y flotante y los monumentales botines llenos de clavos, sonando como herraduras de caballos.
Piddington, menos artista, pero tan sabio como el norteamericano, en su Guía del marino, enciclopedia de las tempestades, da los resultados de una ilimitada experiencia, los medios minuciosos de calcular la proximidad ó distancia del ciclone ó torbellino, de fijar su rapidez, de apreciar la curva que describen los vientos, la naturaleza de las distintas olas.
Si vuelves á llamarme bruja, se lo diré á ella, y perseguirá tu buque con una tempestad. Atrevesando la plaza del mercado regresó la niña junto á su madre y le comunicó lo que el marino le había dicho.
Los hubiéramos visto cuando sacamos el lastre. A poco se golpeó la frente y palideció. ¡Gran Dios! murmuró. ¿Qué tienes, tío? le preguntaron Hans y Cornelio. ¡Van-Horn! gritó el Capitán, en lugar de responder . ¿Te parece que el junco conserva el mismo nivel? ¿Qué queréis decir, señor? preguntó el marino. Te pregunto si te parece que conserva, siempre el mismo desplazamiento.
Habiéndose acercado un poco mas á la orillas del mar, consiguió matar un lobo marino con un palo que llevaba, y luego se bebió la sangre de él, que le supo muy bien, y haciendo su fuego se lo comieron entre él y sus perros, y el pellejo se lo sacó en disposicion que le pudiese servir para echar agua.
¡Vaya si al médico le daba risa.... Siguió su cuento Fernando. ¿Pero a Carmencita la había yo de engañar?... ¡Vamos, hombre, de eso no es capaz este cura!... Ya te he dicho que yo no soy siempre malo.... ¡Qué había de serlo! A Salvador le estaba pareciendo un ángel del paraíso. El marino se volvió hacia su amigo, para preguntarle alegremente: ¿Pero no dices nada? ¿Qué te sucede?
Palabra del Dia
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