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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Muy triste te veo estos días, Luisito le dijo bruscamente. Más que de matrimonio tienes cara de testamento. El conde se turbó y no supo más que contestar sonriendo forzadamente: El matrimonio es un paso muy serio. Trató de marcharse, pero Manuel Antonio volvió a retenerlo. A todo trance quería dar con la clave del enigma, saber de un modo positivo lo que sospechaba.

Bueno; ¿y a qué te va ni qué te viene en esto? ¿Eres su madre? Tres o cuatro veces riñeron de esta suerte, llevando siempre la ventaja por su desvergüenza y mala intención la microscópica costurera. Al cabo, María, no pudiendo sufrir con paciencia aquel espectáculo, tomó la resolución de marcharse.

Despidióse éste, y al abrir la puerta para marcharse, lo detuvo el Padre Hurtado diciéndole: Espere un momento, hermano. Abandonó su escritorio, mojó dos dedos en una pila de agua bendita que colgaba en la pared, y tocó con ellos la mano del obrero, diciéndole cariñosamente; ¡Vaya con Dios!

Ricardo la apretaba cada vez más contra su corazón, sin cansarse de repetir la misma frase, ¡la frase más bella que Dios ha sugerido a los hombres! Una vez sola levantó la niña la cabeza para preguntar en voz baja y temblorosa: No te marcharás ya, ¿verdad? ¡Buena gana tenía Ricardo de marcharse en aquel momento! Por cuanto hubiera de precioso en la tierra y en el cielo, no se marcharía.

No si será la diferencia de edad o la gravedad de su carácter la causa de ello; pero el hecho es que con usted no me ocurre nada de eso; con usted, Antoñita, hablaría yo sin cesar toda la vida. »Una semana después de marcharse usted aún seguía yo preguntándome todas las noches: ¿Viviré o moriré? porque entonces estaba en peligro Magdalena.

Los últimos que quedaban del partido tibio se han marchado, viendo que la opinión se va tras nosotros. Anoche le han dado una silba horrible. Han acordado marcharse todos, y el amo del café, Grippini, ha venido á decirme que si queremos continuar nosotros las sesiones.... ¿Pues no hemos de continuar? Esta noche misma dijo Alfonso con entusiasmo. Bien por la Fontana.

Además, don Carlos era considerado como el primer hombre del país, y representaba para él una desvalorización marcharse á aquellas tierras de gringos, donde ignoraban su historia y nadie le haría caso. Hasta espaciaba mucho sus viajes á Buenos Aires, pensando que los amigos de su juventud habían muerto y sólo podía encontrar á sus hijos ó sus nietos, que apenas recordaban su nombre.

Lubimoff, antes de marcharse al frente, se había ocupado de la suerte de su «chambelán», asegurándole una pensión de diez mil francos al año y enviando además cierta cantidad para que comprase una casa. Ya que deseaba morir en Monte-Carlo, debía tener su pequeña Villa-Sirena. Al poco tiempo de jardinear en su propiedad, viendo abajo la plaza del Casino, Toledo fué en busca de Novoa.

La comida estaba dispuesta para los niños, porque los papás cenarían aquella noche en casa del tío Cayetano. Jacinta se había olvidado de todo, hasta de marcharse a su casa, y no supo apreciar el tiempo mientras duró la operación de lavar y vestir al Pituso.

Pero el Gentleman-Montaña miró sonriendo al grueso capitán y levantó los hombros. Luego le volvió la espalda, empezando á forcejear para subir la segunda ancla. ¡Lléveme! continuó . ¿Qué voy á hacer en mi patria?... Al ver que usted quiere marcharse, todas mis creencias se han derrumbado.

Palabra del Dia

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