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Actualizado: 14 de junio de 2025
De esta suerte, no necesitaba desgarrar el tejido de imaginaciones, que no eran más que puras quimeras ese día me lo había probado bien, pero podía trabajar en él con toda tranquilidad, y fue lo que hice en mi desvelo o en mis sueños, hasta la mañana siguiente. Dos días después, Roberto partió. Algunas horas antes de marcharse tuvo una larga conversación con Marta en el jardín.
Lubimoff quedó absorto ante estas palabras inesperadas. Ella, después de hacer su proposición, parecía ansiosa por marcharse. Ya lo había dicho todo; le molestaba seguir allí con el príncipe; nada tenía que añadir. ¡No! dijo Miguel enérgicamente. ¿Para eso le había llamado? ¿Era todo lo que tenía que decirle, después de tanto tiempo sin verse?...
Esto es cuestión de ser hombres, o de no serlo: de meterse en la ciudad, y salga lo que saliere, o de marcharse a dormir. Brillaba en sus ojos la fría resolución, el fatalismo de los que se resignan a ser conductores de hombres. Echaba sobre él la responsabilidad de una rebelión que no había preparado.
No pasaba nadie; pero podían pasar... y ¿qué se pensaría si le veían allí, espiando a los convidados del Marqués?... Debía marcharse... sí; pero hasta que aquellos bultos se retirasen del balcón no podía moverse.
Adriana, sin hablar, abrazó y besó a su tío. Parecía mucho más tranquila que Raquel, cuyos ingenuos ojos verdes tenían algo de doloroso y de adusto bajo el triángulo de blancura que dejaban sobre su frente los cabellos lacios. Como Adriana, un momento después, quisiera marcharse, el señor Molina la retuvo. Si no tiene apuro, hijita, venga para acá.
Isidora declaró Augusto con seriedad , al nacer te equivocaste de patria. Debiste nacer en Francia. Eres demasiado grande, eres un genio y no cabes aquí. ¿Quieres el último consejo? Pues vete a París. Allí encontrarás tu puesto. Aquí te degradarás demasiado. Aquí no las gastamos de tanto lujo como tú». Levantose para marcharse.
Y como Freya, en vez de marcharse, se dejaba caer de nuevo en el diván con un desaliento que parecía desafiar su cólera, fué él quien huyó para dar fin á la entrevista. Se introdujo en su camarote, cerrando la puerta de golpe. Esta fuga la sacó á ella de su inercia.
En vez de ponerlo en conocimiento del director, o por lo menos marcharse y no subir más al cuarto, como aconsejaba su dignidad, contentose con llorar perdidamente. ¡Y bien perdido quedó desde entonces!
No conozco nada más insípido que permanecer en un centro social cuando ha llegado el momento de marcharse. En octubre, no hay nada que hacer en el mar, es la estación de la caza.
Desde Santa María del Campo le escribió D. Fernando á su hija advirtiéndole de la necesidad que tenia de marcharse á Tordesillas y haciéndola saber era poblacion mas salubre que la villa de Arcos, y que por consecuencia habia determinado, se pusiese en camino para este punto. Doña Juana, se encontraba perfectamente, segun la contestaba, en Arcos.
Palabra del Dia
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