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Actualizado: 11 de junio de 2025


Al despertar, en ese momento en que los juicios de la realidad se confunden con las imágenes mentirosas del sueño y hay en el cerebro un crepúsculo, una discusión vaga entre lo que es verdad y lo que no lo es, el engaño persistía un rato, y Maximiliano hacía por retenerlo, volviendo a cerrar los ojos y atrayendo las imágenes que se dispersaban. «Verdaderamente decía él , ¿por qué ha de ser una cosa más real que la otra? ¿Por qué no ha de ser sueño lo del día y vida efectiva lo de la noche?

Y el anarquista contestaba afirmativamente, contento de servir en cierto modo de entretenimiento a aquel paria del arte, que veía en él su único auditorio y le agasajaba para retenerlo. Mientras duraban los oficios divinos, Gabriel paseaba solo por el claustro. Todos los hombres estaban en la catedral, excepto el zapatero que enseñaba los gigantones.

Suponía que de entonces acá se le habría pasado su propósito; pero parece que cuando tiene algo en la cabeza... Fue interrumpido; Alicia venía hacia ellos: Ha sido muy amable usted, Martholl, en no haberse ido. ¿Es María Teresa quien ha sabido retenerlo tan bien? ¡Mis felicitaciones, querida! ¿Sería indiscreta pidiéndole que me cediera su inseparable caballero?

Muy triste te veo estos días, Luisito le dijo bruscamente. Más que de matrimonio tienes cara de testamento. El conde se turbó y no supo más que contestar sonriendo forzadamente: El matrimonio es un paso muy serio. Trató de marcharse, pero Manuel Antonio volvió a retenerlo. A todo trance quería dar con la clave del enigma, saber de un modo positivo lo que sospechaba.

Luego, recuperando su aplomo, y acompañando su frase con una alegre risa comprometedora, añadió: Veremos; ya sabré yo retenerlo. Al fin de las tertulias es cuando uno se divierte más, y si en nuestra casa usted cosecha tesoros de alegría, no permitiré que vaya a gastarlos en otra parte, se lo prometo.

Y fue saludando a los cortejantes según salían de la casa. Al pasar Jaime ante él, sombrío y despechado, intentó retenerlo por un brazo. Debía esperar; él le acompañaría hasta la torre. Miraba con inquietud al Ferrer, que se había quedado detrás de él, retardando voluntariamente su salida de la casa. Pero el señor no le contestó, librándose de su brazo con rudo movimiento.

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