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Al despertar, en ese momento en que los juicios de la realidad se confunden con las imágenes mentirosas del sueño y hay en el cerebro un crepúsculo, una discusión vaga entre lo que es verdad y lo que no lo es, el engaño persistía un rato, y Maximiliano hacía por retenerlo, volviendo a cerrar los ojos y atrayendo las imágenes que se dispersaban. «Verdaderamente decía él , ¿por qué ha de ser una cosa más real que la otra? ¿Por qué no ha de ser sueño lo del día y vida efectiva lo de la noche?

Cantó cuanto quiso, se guardó la pistola con aire de vencedor; pero luego, a la salida, en la negrura de los campos, cuando los atlots se dispersaban con auquidos de irónica despedida, dos certeras pedradas salidas de la sombra dieron con el bravucón en el suelo, y durante varios días dejó de acudir al cortejo por no mostrarse con la cabeza entrapajada.

Entretanto las sombras de los árboles dieron poco a poco la vuelta hasta ganar el camino, y sus troncos cerraban ya el césped de la libre pradera entre paralelos gigantescos de negro y amarillo, y algunas ráfagas de polvo rojizo, levantadas al paso de los caballos de tiro, se dispersaban en dorada lluvia sobre el hombre acostado.

A una voz de don Pío y terminadas las evoluciones, los planetas se dispersaban y volvían a ocupar sus bancas terminándose la lección de astronomía práctica. Pero donde don Pío era famoso, era en la descripción de las batallas del curso de historia.

Al salir de Chamonix se dispersaban, en largos é irregulares cordones y en muy distintas direcciones, mas de 250 excursionistas, provistos de los mas variados atavíos y venidos desde las extremidades de Rusia, las llanuras de Alemania, las Islas británicas ó las ciudades y selvas del Nuevo Mundo, para rendir homenaje á las magnificencias de los Alpes.

No más obediencia pasiva, no más abdicación de su persona; los nadadores, con voluntad propia por algunos instantes, se dispersaban libremente por el agua: nada les distinguía á unos de otros. Pero, desgraciadamente, al poco rato se oyó un silbido, y la salida se operó repentinamente.

Ocupaba el primero, como hábil capitán, las alturas sinuosas, y los desalmados del bando contrario se dispersaban por el llano, al borde de los charcos verdosos. Habíalos seguido el pavo, y colocándose en lugar seguro, de donde dominar pudiera la perspectiva del campo de batalla, les animaba con sus guerreros toques a degüello.

Apenas pusiéron los piés en la ciudad, lamentándose de la muerte de su bien-hechor, la mar embatió bramando el puerto, y arrebató quantos navíos se hallaban en él anclados; se cubriéron calles y plazas de torbellinos de llamas y cenizas; hundíanse las casas, caían los techos sobre los cimientos, y los cimientos se dispersaban, y treinta mil moradores de todas edades y sexôs eran sepultados entre ruinas.

De tal modo perseguían aquellos ardorosos paisanos a los franceses, y con tanta rapidez se dispersaban para evitar ser atacados, que a los invasores les era de todo punto imposible estar tranquilos un solo momento.