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Vedlos dónde asoman aquellos dos temerarios que profanaron nuestra Aljama con sus cuerpos impuros: parecióles buena la suerte de los otros dos insensatos cuyos despojos denegridos son hoy pasto de los cuervos, sin duda porque vieron que despues de degollados les hacian duelo las nubes y los vientos: id, y mandad en mi nombre que á los cuatro les pongan fuego, para que sus inmundos cadáveres no causen mas espanto á mis muslimes; y ahora verán los obstinados secuaces del Hijo de María, que así como su Dios no envió á esos un ángel que los librase de la cuchilla del verdugo, tampoco les envía ahora lluvias para apagar la hoguera que ha de reducirlos á ceniza.

Tomad dijo el duque dándole una orden firmada por el rey ; presidente sois desde ahora de la real audiencia de Méjico. ¡Oh! ¡señor! ¡señor excelentísimo! dijo doblegándose todo el alcalde. Anteanoche me servísteis bien; pero aún os queda que hacerme un último servicio. Mandad, señor. En la calle de Don Pedro encontraréis un hombre muerto á hierro. ¿Y quiere vuecencia que se descubra?...

10 Y Josué mandó a los oficiales del pueblo, diciendo: 11 Pasad por en medio del campamento, y mandad al pueblo, diciendo: Preveníos de comida; porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para que entréis a heredar la tierra que el SE

Desviaos afuera, y esperad que aclare el día, y entonces veremos si será justo o no que os abran. ¿Qué diablos de fortaleza o castillo es éste -dijo uno-, para obligarnos a guardar esas ceremonias? Si sois el ventero, mandad que nos abran, que somos caminantes que no queremos más de dar cebada a nuestras cabalgaduras y pasar adelante, porque vamos de priesa.

Y los cielos parecía que habían hablado por su boca; tal fué su acento de armónico y delicado, y el soldado, con su mejor gracia posible, replicó: Si no Dios, al menos los ángeles están en nuestra compañía; vuestro sirviente, dama hermosa, ha cumplido con vuestro dadivoso encargo, y mirad lo que mandáis, que obligación tengo de obedeceros, aunque menester fuera ir a las tierras del Catay, o a la noche de la Noruega; mandad, señora, y no reparéis en este entorpecimiento de mi persona, apoyada en rodrigones de palo; mandadme, que tal fuerza haría la voluntad, que todavía se hiciese obedecer cumplidamente de la ligereza del cuerpo.

Bien, prendámosle en el cuarto del príncipe. ¡Señor! exclamó completamente desconcertado por aquella salida del rey, Lerma. , , volvámosle su oficio al ayuda de cámara del príncipe don Felipe. Pues cabalmente eso es lo que el duque desea. Pues porque lo desea, y para que nos deje en paz, concedámoselo; mandad extender la provisión y traédmela al momento al despacho. Lerma desconocía al rey.

Pues bien; mandad preparar lo necesario; pedid, entre tanto, la licencia á sus majestades, y adiós, que yo voy á otro lugar que me interesa. Y Quevedo, seguro de que había asustado lo bastante á doña Clara, para que no se dilatase por su parte el viaje, salió. Iba contento atravesando las calles. ¿Qué puede suceder decía en tan poco tiempo?

Pues bien; el cadáver de ese hombre está aquí: está en mi casa. ¡En vuestra casa! exclamó aterrado el duque. En aquel momento se oyeron grandes golpes en la puerta de la casa y una voz terrible, la voz del licenciado Sarmiento, que dijo desde la calle: ¡Abrid á la justicia del rey! Quedóse el duque perplejo por un instante, pero luego dijo: Mandad á vuestros criados que abran, señora.

¿El duque no os ha indicado el lugar de la prisión de Quevedo? No, señora. Ha sido un olvido. Mandad al alcalde que le envíe resguardado por una guardia de cuatro hombres al alcázar de Segovia. Su excelencia no me ha dicho eso. Mejor... mucho mejor. No comprendo á vuecencia. ¿Creéis que merece la pena el servirme á ? ¡Oh, señora! vuecencia puede disponer de como de un esclavo.

Godfrey había vuelto con el calzado. Al oír los gritos de la niña su corazón se oprimió, como si alguna fibra íntima se hubiera tendido con fuerza. Voy a ir dijo precipitadamente, impaciente por moverse un poco , voy a ir a buscar esa mujer, a la señora Winthrop. ¡Oh! ¡bah! mandad a otra persona dijo el tío Kimble, que se apresuró a salir con Marner.