United States or Aruba ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ya se había alejado el guardia, luego de hacerle unas cosquillas en el ombligo, cuando todavía guardaba su actitud de hombre temible. Después corrió hacia el grupo de mozas, para ufanarse del peligro que acababa de arrostrar. Afortunadamente, el cuchillo del abuelo estaba en casa, bien guardado por su padre en un lugar que él desconocía. «Si llego a traerlo, me lo quitan

iii Esta última queja puso al señorito de Santa Cruz un tanto pensativo y desconcertado. No desconocía él la situación poco airosa en que estaba ante Jacinta, cuya grandeza moral se elevaba ante sus ojos para darle la medida de su pequeñez.

Su padre, que la amaba tiernamente y que tampoco desconocía la situación de su hija, quiso complacerla, y se resignó a esperar el plazo que ella indicaba, tratando al mismo tiempo de evitar que recibiese cartas ni noticias de su amante. Llegó el día en que ya habían trascurrido los cinco años, y el padre de Isabel conoció ser llegado el momento de triunfar de la resistencia de su hija.

Apenas tenía yo más amigos que el Barón; y yo no desconocía, por más que estimase su fidelidad perruna y su devoción hacia , cuánto había de cómico en todo ello. Las ganas de morir asediaron mi espíritu con la contemplación de tales miserias. Para distraer mis penas, para aturdirme, me lancé entonces al mundo con mayor ímpetu y frenesí que nunca.

Algo la desconcertó Maxi el día en que se mostró sabedor del secreto, pues la señora, para hacer todos aquellos proyectos benéficos en interés del vástago de Santa Cruz, partía del principio de que su sobrino desconocía en absoluto la verdad.

Don Claudio Fuertes no halló modo de calmar la iracundia de su amigo, a quien desconocía en aquel estado, ni siquiera de hacerle soportable ninguna conversación.

Se sintió turbado, se esforzó en saludar, quiso decir algo y no pudo. Pero le impelían hacia la tribuna, y no había remedio. Si no hablaba, ¿qué dirían de él? Lázaro había brillado en Zaragoza por su elocuencia; había aprendido á dominar la multitud, á sobreponerse á ella, á manejarla á su antojo. Pero en aquella ocasión se encontraba novicio, se desconocía, tenía miedo. ¡Que hable, que hable!

El cura don Sabas concurría muy a menudo y tan soso como la primera vez; pero a ya no me lo parecía después que le había visto tan «elocuente» sobre los riscos de la montaña: consagrábale por eso cierta veneración, independiente de la que le debía por su investidura y por sus virtudes, y se me antoja que no lo desconocía él ni le desagradaba.

Centenares de hombres vivían allí, sin que un grito, una palabra, un suspiro, conmoviese el silencio de estas naves, que parecían las de una catedral abandonada. Nunca se había creído valeroso; desconocía el impulso brutal de la agresión; pero a la vista de este cementerio de vivos se juró ser aún más prudente.

Me ha traído noticias de mi Alfonso, a quien dice que ha visto muchas veces en París; me ha recitado versos de mi hijo que yo desconocía por completo; son una especie de cadencias entre religiosas y melancólicas, dentro de las cuales se observa una pasión juvenil que no me atrevo a definir. Milly, 4 de junio de 1819. Ha llegado Alfonso y está muy bien de salud.