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Luego se sentó en el suelo, abarcando las rodillas con los brazos, y quedó inmóvil. El luminoso marfil de su dentadura brillaba sonriente sobre el rostro moreno. Sus ojos maliciosos fijábanse en el señor con una expresión de can alegre y fiel. Pero ¿no estabas en Ibiza para ser cura? preguntó Jaime mientras atacaba la comida. El muchacho movió la cabeza. , señor; estaba.

Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes; tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen.

No lo yo, por cierto; sólo Lotario era éste, que con toda solicitud y advertimiento miraba por la honra de su amigo y procuraba dezmar, frisar y acortar los días del concierto del ir a su casa, porque no pareciese mal al vulgo ocioso y a los ojos vagabundos y maliciosos la entrada de un mozo rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que él pensaba que tenía, en la casa de una mujer tan hermosa como Camila; que, puesto que su bondad y valor podía poner freno a toda maldiciente lengua, todavía no quería poner en duda su crédito ni el de su amigo, y por esto los más de los días del concierto los ocupaba y entretenía en otras cosas, que él daba a entender ser inexcusables.

Al entrar en el comedor, Maltrana se vio saludado por sus compañeros de mesa con guiños maliciosos. El viejo doctor Rubau, siempre de negro, parecía compadecerse, con un gesto de cansancio, de las falsas ilusiones de la vida. «¡Ah, juventud, juventud!...» No le habían dejado dormir tranquilamente gran parte de la noche.

Verdaderos o falsos estos dichos maliciosos, el resultado es que D. Bernardo se encontró casado, y fue necesario que su esposa salvase de un golpe la enorme distancia que mediaba entre su humildad y la grandeza y autoridad que habían acompañado al Sr. de Rivera desde sus más tiernos años. ¿La salvó en efecto esta señora?

¿Estás acaso enamorado de Catalina? preguntó. Los ojos de ámbar del capitán, maliciosos y fijos en Jaime, no le permitieron mentir. ¿Enamorado?... Enamorado no. Pero no era indispensable el amor para casarse. Catalina era simpática, podía ser una excelente esposa, una agradable compañera. Pablo extremó más aún su sonrisa.

Lo que a usted le conviene, Manuela, es comprar el caballo cuanto antes, pues si las gentes las ven a ustedes paseando muchos días como hoy, harán maliciosos comentarios. Los que estamos a cierta altura debernos mirarnos mucho en nuestras cosas. Y el afortunado majadero, al hablar de la altura, cerraba los ojos como si sintiera el vértigo de los que se hallan en la cúspide.

Los maliciosos insinuaban que Simoun no se arriesgaba á quedarse solo, que, perdido su apoyo, no quería esponerse á las venganzas de tantos explotados y desgraciados, con tanto más motivo cuanto que el General que iba á venir, pasaba por ser un modelo de rectitud y acaso, acaso le haga devolver cuanto había ganado.

Y Rafael, con la vista perdida en el fondo del Prado, espiando las rápidas apariciones de la cabellera de oro para convencerse de que Leonora aún estaba allí, oía como en un sueño a aquel hombre que, según afirmaban los maliciosos, estaba destinado a ser su segundo padre.

Han pasado tres semanas, y ni asomos de querer volver allá. Mi Rafael es bueno. Lo ocurrido no fue más que una distracción de muchacho. ¡Si le vierais por las tardes haciéndome compañía en la sala! Un ángel, un verdadero ángel. Se pasa las horas hablando conmigo y con la hija de Matías. Y añadía, extremando su sonrisa y con ojos maliciosos: Creo que hay algo.