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Actualizado: 14 de junio de 2025


Yo no me vengo, no os he dicho nada que merezca la pena de que me tratéis así. Habéis querido hacerme sospechar de mi esposa. ¡Jesús María! ¡vea vuestra merced lo que es ser los hombres maliciosos! No es necesario ser malicioso. ¿Pues yo qué os he dicho? Pues eso es lo malo, que no habéis dicho nada. He dicho que los hombres viejos no debían casarse teniendo hijas jóvenes y bonitas.

Mochi le aguardaba con aquellos ojos punzantes, risueños y maliciosos: sin el dinero no se podía volver: detrás de Mochi estaba la Gorgheggi, su discípula, su pupila.

La mestiza era demasiado bien criada para abrir una puerta sin permiso; pero antes de solicitarlo, creía oportuno siempre mirar un poco por el ojo de la cerradura. Cuando asomó al fin la cabeza entre las dos hojas de madera, dijo bajando sus ojos maliciosos: Mi antiguo patrón don Pirovani quiere ver á la señora. Parece que trae prisa.

Usted me permitirá que le diga una cosa, amigo Aldama... ¿Verdad que me lo permitirá...? Pues bien, su novia es muy guapa, es guapísima..., yo no he encontrado nunca otra más guapa. ¿He dicho algo? ¿Eh, eh? ¿He dicho algo...? El marquesito con la faz congestionada y los ojos un poco extraviados hacía guiños maliciosos y metía su cara por la de Tristán.

Conocía perfectamente el francés, pero le causaba, según me decía, una impresión extraña oírlo en boca de los actores sirviendo para expresar conceptos maliciosos, acostumbrada como estaba a leer en los libros de oración.

Algunas tardes, deseando respirar libremente, salía a pasearse por la montaña hasta la noche. La brisa era siempre deliciosa y traía de los cortijos un perfume de azahares que reblandecía la voluntad y alejaba toda idea de penitencia. Sonrisas de mujeres, carmines de labios entreabiertos, maliciosos pestañeos, aparecían ante él en la penumbra rosada o bajo la sombra azul de los árboles.

Habló más, pero sin nueva sustancia; insistió mucho en que aquello debía quedar allí, y arrancó a Bonifacio la palabra de honor de que sólo él y su señora, si él lo creía decente, debían enterarse de lo sucedido. Nadie más. Ya ve usted, es delicado... y los maliciosos, sobre todo allá en el pueblo, si saben que yo vine... y entregué... enseguida caen en la cuenta. Mucho sigilo pues.

Algo alejados de ambos grupos y arrimados a una columna, se percibían no muy distintamente tres bultos menudos, con los cuales necesitamos poner al lector en relación por breves instantes. Uno de ellos sacó una cerilla para encender el cigarro, y aparecieron tres rostros de catorce o quince años, frescos, risueños y maliciosos que volvieron a borrarse al morir el fósforo.

La ruleta permanecía inmóvil; las barajas estaban sin abrir sobre la mesa verde; pasaban las buenas mozas por la acera sin que asomasen a las ventanas de los casinos los grupos de cabezas lanzando requiebros y maliciosos guiños.

Palabra del Dia

rigoleto

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