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Actualizado: 9 de junio de 2025
Pero no... mi puñal... esta capa... Es demasiado cierto... ¡al infierno! ¡maldita vieja! yo sabré... La vieja y el idiota habían desaparecido. Kernok, Kernok, abre ya repitió la dulce voz. ¡Ella exclamó , ella aquí! Y se precipitó hacia la puerta. ¡Ven dijo , ven!
Iría recorriendo todos los huéspedes, hasta tropezar con el tonto que necesitaba. No me hizo maldita gracia lo del tonto; pero me callé, esperando ocasión de demostrarle que no lo era. Cruzamos cerca de una joven elegante que venía paseando con un viejo. Mi compañero la saludó con mezcla de cortesía y displicencia, que era lo que le caracterizaba.
Esto no le hacía maldita gracia a Fortunata, porque... «si al otro le da la gana de pasar también esta tarde y Maxi le ve, se va a excitar mucho». Por tal motivo estuvo muy inquieta, y a cada instante se asomaba y volvía para adentro, tratando de que su marido se pusiese en otra parte. Pero al otro no le dio la gana de pasar aquella tarde.
Yo me malicio ... aunque una sea así tan guapetona.... Yo me malicio que á mí no me quiere pa maldita de Dios la cosa ... porque al fin, siempre una es criada y él un caballero.... Pues parece persona muy principal. Digo... ¿Le dejo entrar? ¡Jesús, Pascuala, no lo vuelvas á decir! exclamó seriamente Clara. ¿Pero á qué quiere entrar aquí ese caballero? Toma, á verla á usted.
¡Ca... ramba! exclamó echando un terno, ¡maldita suerte la mía! ¿he de estar condenado a vivir siempre separado de ella? Con gesto de mal humor, dió los dos pesos de la tía a Agapo, recomendándole que no fuera a emborracharse, y allí mismo le dejó plantado, siguiendo la calle de Moreno a buen paso. La verdad es que tenía por qué quejarse de su estrella.
"Al menos no seré, dice la bella, Contra nuestro Filipo yo traidora, Muger de traidor, sí: maldita estrella La vuestra, y desdichada y triste hora, En que fuistes conmigo desposado, Pues contra nuestro Rey sois levantados."
¡Crónica yo! respondió Casa-Vieja, quitándose el cigarro de la boca para sacudirle la ceniza . Si la quieres negra... Aquí no se gasta otra cosa. Pero, ante todo, vamos a ver, ¿qué demonios has hecho tú por ahí fuera, sin maldita la necesidad la mayor parte del tiempo? Porque la madre patria ha podido pasarse muy bien sin tus servicios diplomáticos..., llamémoslos así.
Al fin, tropezando en la obscuridad y dándome de calabazadas contra las paredes creo que he logrado llegar a tu cuarto. Esa maldita vieja Claudia me dejó solo, prometiendo volver para guiarme. Tardaba en volver y yo me cansé y he venido sin guía. Aquí estoy, Olimpia.
Despues de aquella hora maldita... No conozco el terror, estoy condenado a no esperimentar nunca el temor natural, ni los latidos de un corazon que hacen palpitar el deseo, la esperanza o el amor de alguna cosa terrestre... Pongamos en practica mis operaciones magicas.
Esto me vuelve loca. ¡Maldita sea la necesidad, que no es otra cosa sino lo que antes se llamaba el Diablo! La decencia del vestir, la delicadeza en el comer, el aseo y las comodidades, que son tan necesarias a ciertas personas como el aire y la luz, nos matan el alma... ¡Que venga Dios en persona a sacarme de este círculo maldito!
Palabra del Dia
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