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Actualizado: 9 de junio de 2025
Ambas se combaten y entregan á una lucha inmensa que es armonía y la salvación del género humano. En la gran cacería universal contra la raza maldita, los ojeadores, los encargados de impedir que la masa se disperse, los que la empujan hacia la playa, son los gigantes del mar.
240 Si uno aguanta, es gaucho bruto; si no aguanta es gaucho malo. ¡Dele azote, dele palo, porque es lo que él necesita! De todo el que nació gaucho ésta es la suerte maldita. 241 Vamos suerte, vamos juntos dende que juntos nacimos; y ya que juntos vivimos sin podernos dividir- yo abriré con mi cuchillo el camino pa seguir IX Matreriando. La lucha con la partida.
Había estado todo el día y la noche anterior en casa de Candelaria que tenía enferma a la niña pequeña. Mal humorada y soñolienta, deseaba que la ópera se acabase pronto; pero desgraciadamente la obra, como de Wagner, era muy larga, música excelente según Juan y todas las personas de gusto, pero que a ella no le hacía maldita gracia. No lo entendía, vamos.
El fundador del Faro, aclamado al entrar en su casa, se vió precisado después a asomarse al balcón, donde fué nueva y calurosamente vitoreado. Por la noche, sus amigos le obsequiaron con una serenata. Convendría ponerle una barbada suave dijo Pablito. O un filete respondió Piscis gravemente. Ambos guardaron silencio. Pablito exclamó: ¡Maldita yegua! No he visto en mi vida boca más dulce.
¿Quiere usted hablar o no? ¡Maldita sea mi suerte! Allá voy... Ya sabe usted, Tristanito, que a mí no me gusta pasearme por las calles y que muchos días monto a caballo y me salgo por las afueras. Sí, sí, ya lo sé. ¡Adelante! Y que suelo comer donde me pilla... a lo mejor en cualquier taberna... Creo que con eso no ofendo a nadie y que usted no me despreciará, ¿verdad, señor Aldama?
El señorito perdió de nuevo su serenidad al ver que Fermín abordaba directamente el temido asunto. Hombre, a él no le correspondía toda la culpa. Era el vino, la maldita juerga, la casualidad... el ser bueno en demasía; pues de no haber estado en Marchamalo, cuidando los intereses de su primo (que maldito si se lo agradecía), nada habría ocurrido. Pero, en fin, el mal estaba hecho.
Sin duda es muerta Cunegunda, y á mi no me queda mas remedio que morir. ¡Ha, quanto mas hubiera valido quedarme en aquel paraiso terrenal del Dorado, que volver á esta maldita Europa! Razon tiene vm., amado Martin; todo es mera ilusion y calamidad.
»Como él es tan menudito de formas y parece, por el estilo de sus cartas, la misma languidez en carne y hueso, me temo mucho que no sirva maldita la cosa para la vida que hacemos aquí. Si resulta esto verdad, y por miramientos de cortesía tenemos que acomodarnos nosotros a su modo de andar... ¡entonces sí que me voy a divertir! Hoy por hoy, me apuran un poco estas dudas.
Doña Manuela podía parecerle en ciertos momentos falta de dignidad; pero él echaba la culpa de todo a la maldita ambición, que la sumía en los enredos y trampas, donde dejaba a jirones poco a poco, por sostener el boato de familia, aquella altivez que tan bien le sentaba.
«Pues mire usted dijo Villalonga : las casas serán todo lo malas que usted quiera; pero hay en las del extranjero una costumbre que maldita la gracia que tiene. Me refiero a la falta de maderas en los balcones y ventanas, por lo cual entra la luz desde que Dios amanece, y no puede usted pegar los ojos». ¿Pero usted cree que por allá hay alguien que se esté durmiendo hasta el medio día?
Palabra del Dia
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