Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de junio de 2025
Debió de penetrar la maldita gata aquella en el pensamiento de su ama, pues como si contestara a una pregunta, le dijo de buenas a primeras: «Pues ahorita, cuando bajé a la carnicería, ¿sabe?, encontreme a la señorita Cirila. Me preguntó por el señorito, y dijo que pasaría a verla a usted, sin decir cuándo ni cuándo no.
Ni por esas. Nieves no se puso colorada ni se apuró lo más mínimo. Respondió lisa y llanamente que allí estaban las cartas, si quería leerlas, y que si no le había enseñado las recibidas durante los dos últimos años, consistía en que precisamente era ese el tiempo corrido desde que ella había caído en la cuenta de que no tenía substancia maldita la retórica de su primo.
Puesto que Dios lo quiere, aquí hemos de morir los dos. Por mí nada me importa: soy un viejo y no sirvo para maldita la cosa... Pero tú... tú eres un niño, y...» Al decir esto su voz se hizo ininteligible por la emoción y la ronquera. Poco después le oí claramente estas palabras: «Tú no tienes pecados, porque eres un niño.
Maldita sea la hora en que nacisteis. Todas las horas en que passáredes la vida sean tristes, y tintas de aquella tinta sangre del Becerro, que adoraron vuestros padres. Mal pesar veais de vosotros, y mera tristeza, y mancilla con todos los de vuestra casta y generacion. Todas las cosas del mundo sean contrarias á vuestro bien vivir.
La maldita parecía que lo hacía a propósito y por vengarse de lo muy derecha que la he obligado a andar cuando me corría mantones... Figúrate; en un puro delirio hasta que Dios amaneció. Juraría que todo el aguardiente que ha bebido en su vida se le subió a la cabeza esta noche.
¡Maldito sea usted y quien le ha engendrado! ¡Maldita sea la hora en que ha nacido! ¡Permita Dios que su esposa vea siempre esas manos teñidas de sangre! ¡Maldita sea ella también! ¡Maldita la leche que ese niño está mamando...! ¡Malditos seáis todos, malditos, malditos, malditos...! Clara cayó sobre la alfombra con el niño entre los brazos. Tristán acudió a socorrerlos.
Muera yo si con mi muerte desdichada daros algún contento puedo; y vivid vos y olvidadme como cosa maldita que junto a vos para fenecer en vuestra hermosura y acabar en vuestras manos ha llegado.
¿De qué la servía, si no todo, la mayor parte del mundo que iba columbrando, y además le descubrían en libros y en advertencias de palabra?... De maldita de Dios la cosa para las especiales ambiciones que la dominaban y las cortas necesidades que sentía.
¡Déjame en paz, maldita bruja! exclamé yo entonces, retirando mi mano de entre sus manos. La bruja fue Beatricica, y no yo replicó la vieja . En sus últimos días se sospecha que fue al aquelarre, donde la mató el diablo, no sin prometerle que tú volverías a amarla y a ser suyo, sin ingratitud ni mudanza. Tú nada has prometido, pero Satanás ha prometido por ti y cumplirá su promesa.
He pasado el charco siete veces, estoy sin sangre, y ya me corresponde retirarme a descansar con doce. ¡Maldita sea mi suerte! El cesante más digno de conmiseración es aquel que sólo pide unos cuantos días más de empleo para poder reclinar sobre la almohada de las Clases Pasivas una frente cargada de años, de sustos y de servicios. iii
Palabra del Dia
Otros Mirando