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A la salida del teatro, como ya dije, el rey José I fué vitoreado, retirándose luego á su palacio á descansar. Con todo lo que dejo apuntado puede enterarse el lector de estas Cosas nuevas y viejas, de cómo empleó el rey José Bonaparte el día 9 de Febrero de 1810, octavo de su residencia en Sevilla.

El fundador del Faro, aclamado al entrar en su casa, se vió precisado después a asomarse al balcón, donde fué nueva y calurosamente vitoreado. Por la noche, sus amigos le obsequiaron con una serenata. Convendría ponerle una barbada suave dijo Pablito. O un filete respondió Piscis gravemente. Ambos guardaron silencio. Pablito exclamó: ¡Maldita yegua! No he visto en mi vida boca más dulce.

Morsamor, cuyo inesperado auxilio había sido parte tan principal en la victoria, gozó del triunfo a par de don Jorge, siendo vitoreado y ensalzado por los de la hueste. El contento de los vencedores llegó a su colmo cuando pudieron apoderarse, como tributo, de parte de las riquezas allí reunidas y repartírselas entre todos.

Era aquella la primera función teatral á que José asistía en Sevilla, y á su entrada y salida del coliseo, fué vitoreado por diversos grupos de afrancesados que le siguieron hasta su regreso al Alcázar.

Así ocurrió, en efecto; el rey recorrió con el superintendente las amplias dependencias, donde se fabricaba el rapé, las del tabaco suelto y las de los cigarros, siendo en todas ellas vitoreado por los trabajadores, los cuales recibieron por encargo del José un socorro en metálico que les fué equitativamente repartido.