Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 22 de julio de 2025
Tenía conocimiento de lo mucho que sufría, aunque no de los extremos vergonzosos á que Velázquez había llegado, y siempre que lo comprobaba por algún signo sentía un estremecimiento de dolor y de ira. Por su cruel proceder, más que por haberle arrebatado á su amante, odiaba cordialmente al majo. Despertó al fin Soledad.
Con esta exquisita crianza, pues, y vestirse de vez en cuando de majo, traje que lleva consigo el ¿qué se me da a mí? y el ¡aquí estoy yo! ya se deja conocer que es uno de los gerifaltes que más lugar ocupan en la corte, y que constituye uno de los adornos de la sociedad de buen tono de esta capital, de qué sé yo cuántos mundos.
UN MAJO. ¡Vamos, cállate, cállate, joven de las cintas! vuélvete a la calle del Fideo a tocar la guitarra y a echar flores a los transeúntes detrás de tu celosía. Si has visto al gitano de tan cerca, es que seguramente el verdugo te habrá ayudado muchas veces a ponerte la mantilla, y te habrá protegido en estas circunstancias.
Salomón, el hijo de David, se había posado brevísimo tiempo en la inteligencia de este otro su homónimo. ¡Hombre más ignorante, soberbio y poseído de sí...! Llevaba el manteo terciado, la teja al bies, y tenía todo el empaque de un majo.
Cuando acertaban á darles en la cara, la muchedumbre aplaudía con entusiasmo. Otros, de pie sobre las banquetas de los coches con una botella en la mano y una copa en la otra, servían manzanilla á los conocidos que divisaban. ¡Velázquez! ¡Eh, Velázquez! El majo vió un máscara que desde lo alto del coche le ofrecía una copa de vino y se acercó. Ven acá, valiente.
Avanzó airada hacia el majo, que se había sentado, y le dijo con voz alterada apoyándose en el mostrador con una mano y poniendo la otra en la cadera. Pero, hijo, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que no hay más que decir «allá voy» para que te respondan «aquí estamos»? Me conoces hace años, me estás hablando casi todos los días, ¿y todavía no te has enterao de que no me gustas ni pizca?
¡Vaya, niño! ¡á callar!... Too eso es guasa viva. Déjala para las pobrecitas que no te conozcan como yo. Y el majo con esto se mordía los labios y ocultaba con una sonrisa forzada el despecho que le roía. No pasó inadvertido este galanteo para Soledad. Aunque su inteligencia no era penetrante de ordinario, la tenía muy fina para adivinar cuanto ocurría en el alma de su amante.
«¡Bendito Dios! exclamó Rafaela rompiendo a reír . ¿Pero Sr. Izquierdo, tan pobre es usted que no tiene para...?». Solutamente... ¡Te voy a poner más majo...!, verás. Te voy a poner un vestido muy precioso, tu sombrero, tus botas de charol.
El majo se estremeció, se puso también densamente pálido. ¡Por tu vida, Soledad, no me repitas esa palabra!... ¡Mira que te pierdes y me pierdes!
El majo lo notaba y hacía un guiño expresivo á sus amigos; pero éstos poco á poco fueron dejando de celebrar sus baladronadas y mirando con mayor respeto al enamorado mancebo. Soledad dormía, sin que la mirada de su adorador, posada sobre ella, inquietase su sueño profundo. Larguísimo rato la estuvo contemplando en suspensión deliciosa. ¡Qué hermosa estaba!
Palabra del Dia
Otros Mirando