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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Devuelva usted al convaleciente el placer de vivir, el amor; esto vale más que las partidas de piquet o de malilla a pública subasta o que la lectura de la última novela salida a luz. Querría que todas las enfermeras fueran enamoradas, criaturas lindamente adornadas y vestidas por los grandes modistos... SITA. Hay también un músculo que se llama el gran sartorio... .
Mario reconoció en seguida al violinista. Buenas noches, D. Pantaleón... Buenas noches, D.ª Carolina... Buenas noches, Presentacioncita... Buenas noches, señores... ¿Cómo siguen ustedes? ¿Están ustedes bien? La boca del joven artista se dilataba al pronunciar estas palabras con una sonrisa que no dejaba ocioso el más insignificante músculo, la fibra más diminuta de su semblante incoloro.
Entonces fue cuando profirió aquella frase felicísima que más tarde dio la vuelta al mundo en alas de la fama. Ha concluido el reinado de los poetas y comienza el de los fisiólogos. Llegó la hora de arrancarse la toga y ponerse la blusa del operador. El alma está hecha de sustancia gris, el corazón es un músculo encargado de dar movimiento a la sangre.
Es tolerable que no trabajen los varones que viven recluidos en el hogar como esposas é hijas y muestran una delicadeza necesitada de protección; pero hemos considerado necesario el aprovechamiento de la fuerza de todos los hombres atléticos y groseros, para manejar las máquinas peligrosas, para cargar los objetos pesados; en una palabra, para las funciones que exigen el músculo y no necesitan de la inteligencia.
Llegaba con el pescuezo barnizado de rojo por los hilillos de sangre que se escapaban de los palos hincados en su cuello y los desgarrones de la piel, en los cuales quedaba al descubierto el músculo azul. «¡Coronel! ¡Hijo mío!...» Y el toro, como si comprendiese estas explosiones de ternura, alzaba el hocico, mojando con su baba las patillas del ganadero. «¿Por qué me has traído aquí?», parecían decir sus ojos fieros inyectados de sangre.
¡Gracias a Dios! la crisis, el mal ha pasado y la lánguida enfermedad ha desaparecido por fin, y la fiebre llamada «vivir» está vencida. Tristemente, sé que estoy desposeído de mi fuerza, y no muevo un músculo mientras estoy tendido, todo a lo largo. Pero, ¿qué importa? Siento que voy mejor paulatinamente.
El manto colgaba del cuello, redondo, carnoso y fuerte; la coraza de escamas de acero hinchábase con la presión del pecho mórbido de arrogante dureza, y los brazos desnudos, revelando el vigor del músculo bajo la suave curva de la grasa femenil, se apoyaban, uno en la lanza y otro en el escudo brillante y luminoso, como una lámina de cristal.
Tienen el culto pagano de la salud, de la destreza, de la fuerza; templan y afinan en el músculo el instrumento precioso de la voluntad; y obligados por su aspiración insaciable de dominio a cultivar la energía de todas las actividades humanas, modelan el torso del atleta para el corazón del hombre libre.
Era hermoso como los hombres primitivos que luchaban con la naturaleza hostil, con las fieras, con los semejantes, sin más auxilio que las energías del músculo y del pensamiento, y acababan por posesionarse del mundo.
La lucha se desarrollaba con la lenta y aplastante monotonía de todos los espectáculos de fuerza. Aresti, interesado por el final del combate, entretenía el aburrimiento de la espera comparando á los dos contendientes. Eran el arranque impetuoso y la destreza inteligente del nervio, luchando con la calma tenaz y la serena fuerza del músculo. El hombre-caballo frente al hombre-buey. El Chiquito de Ciérvana, vehemente en su trabajo, dejaba atrás al enemigo con sólo el primer arranque: el otro seguía su marcha sin darse cuenta de lo que le rodeaba, sin apresuramientos ni desmayos, como si no escuchase á los que mugían junto á su oído ¡haup! ¡haup!
Palabra del Dia
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