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Actualizado: 10 de mayo de 2025


El Rey empezó a hablar de lo que se proponía hacer; Sarto, de lo que había hecho; Tarlein se destapó por unas aventuras amorosas, y a me dio por encomiar los altos méritos de la dinastía de los Elsberg. Hablábamos todos a la vez y seguíamos al pie de la letra la máxima favorita de Sarto: mañana será otro día. Por fin, el Rey puso su copa sobre la mesa y se reclinó en la silla.

Al fin, presentose Rosa. Llegaba vestida de nuevo con saya negra de estameña que dejaba ver medias blancas y finas, delantal bordado de flores, dengue de pana, corales a la garganta, y ceñida la cabeza con un pañuelo colorado de seda cuyos flecos le caían graciosamente sobre las sienes. Máxima había sacado, por vanidad, el fondo del baúl para vestirla. Presentose sonriente y roja como una amapola.

Aquélla de los aires puros... ¡Lo que yo la he ventoleado! Vamos, señor don Alejandro: hoy no da usted pie con bola, y todo lo mira del revés. ¡Decir que le ha fallado la máxima cuando acaba de cumplírsele al pie de la letra! ¿Qué pensamientos más nobles ni mejor colocados quiere usted en una mujer, que los que han infundido en Nieves los aires de Villavieja? Pero no son los que traía de Sevilla.

Mi tío Guillermo solía decir, y lo sentaba como máxima invariable, que nadie debe pasar por París sin detenerse allí veinticuatro horas. Y yo, con el respeto debido a la madura experiencia de mi tío, me instalé en el Hotel Continental de aquella ciudad, resuelto a pasar allí un día y una noche, camino del... Tirol.

Se perdía, confundía las señales, iba y venía... y don Víctor detrás, librándose de las arañas como de leones, de sus hilos como de cadenas. «Lo mejor es subir por la máxima pendiente, ello está hacia lo más alto... pero arriba hay meseta, vaya usted a buscar...». Se detuvo.

Pudo Selim II dejar á los de Granada comprometidos, sin mas apoyo que el que les mandó el rey de Argel; pero de todos modos el rey católico obró con cordura y como agente providencial al dar una importancia máxima á aquella insurreccion, puesto que era un anuncio de la grande amenaza que al año siguiente le iba á arrastrar á un combate glorioso contra el turco, y porque contra ella iba á ensayar su militar pericia el glorioso jóven destinado á hundir la arrogancia de la media luna en las aguas de Lepanto.

Pero enseguida protesto yo y le desafío a que me siga con la escopeta al hombro, o con el bastón en la mano por sierras y montes arriba, a la tostera del sol de junio o con las nieves de enero; y entonces se descubren las máculas que hay debajo del revoque, y falla la máxima esa; porque es bien seguro que cuando yo comience a jadear, está usted agonizando. Eso se vería, ¡canástoles!

El conde Darú dice en su Historia de Venecia: «La máxima que el dinero es el nervio de la guerra, verdadera bajo algunos aspectos en administracion, no ha podido acreditarse sino en pueblos incapaces de esfuerzos generosos: cuando se aspira á la independencia, á la gloria y al poder, es necesario saberlo conquistar por mismo

Te la expondré en forma de máxima, como hacemos siempre los sabios para acreditar vulgaridades: «si quieres conservar el amor que sientas por un hombre, con todo lo que de este amor se sigue y se desprende, no te cases con él». ¡Cáspita! Así como suena, hija mía. Parece duro y un si es no es atrevido; pero es la pura verdad.

Así que no es aceptable la máxîma de algunos, que teniendo á las voces por meros sonidos, incapaces de suyo de ser buenos ni malos, dicen que todos los vocablos de cosas obscenas se pueden permitir en el trato y en los libros. Sanch. Brocens.

Palabra del Dia

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