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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


No entiendo lo que decís, huésped, en eso de ser y no ser vuestra criada la fregona. Yo he dicho bien añadió el huésped ; y si vuesa merced me da licencia, le diré lo que hay en esto, lo cual jamás he dicho a persona alguna. Primero quiero ver a la fregona que saber otra cosa; llamadla acá dijo d Corregidor. Asomóse el huésped a la puerta de la sala, y dijo: ¿Oíslo, señora?

Y sin decir más se fue a poner de hinojos ante Dorotea, pidiéndole con palabras caballerescas y andantescas que la su grandeza fuese servida de darle licencia de acorrer y socorrer al castellano de aquel castillo, que estaba puesto en una grave mengua.

Sepamos cuándo... ¿Cuándo? Para ayudar a usted necesito pedir licencia con anticipación. Es verdad. Pues bien. Antes me arrancaré la lengua que revelarle a usted todavía el lugar y la persona... Ni yo quiero saberlo: lo que me importa es la hora... Es cierto... Bien; repito que ni lugar ni persona los sabrá usted. Diré únicamente...

Raveloe no era un sitio en que la censura de las costumbres fuera severa; sin embargo, se miraba como una debilidad del squire que hubiera conservado a todos sus hijos ociosos en la casa; y, bien que debe concederse cierta licencia a los hijos de los padres que tienen medios, las gentes meneaban la cabeza al ver la vida que llevaba el menor, Dunstan, generalmente llamado Dunsey Cass, cuyas aficiones por la copa y las apuestas podían volverse algo más serio que un pasatiempo juvenil.

Vistas y examinadas, y con licencia, impresas en Valladolid, año 1540. Así, por ejemplo, encontré entre los manuscritos en la biblioteca Colombina de Sevilla, La Representación de la parábola de San Mateo á los 20 Cap. de su Sagrado Evangelio, la cual se hizo y representó en Toledo en la fiesta del Santo Sacramento por la Santa Iglesia, año de 1548; y en la colección del Sr.

-Dadme vos, señora, que yo alcance la licencia que digo -respondió don Quijote-; que, como yo la tenga, poco hará al caso que él esté en el otro mundo; que de allí le sacaré a pesar del mismo mundo que lo contradiga; o, por lo menos, os daré tal venganza de los que allá le hubieren enviado, que quedéis más que medianamente satisfechas.

La más rara confusión de elementos heterogéneos; la unión más absurda y caprichosa de catástrofes trágicas y de cómica licencia, de paganismo y cristianismo; el concurso más singular de personajes; el enlace más monstruoso de lo completamente sandio y sin sentido con lo más ingenioso y divertido, se encuentra en El nuevo Pitágoras.

Que lleven al momento esta carta donde dice el sobre dijo el padre Aliaga ; vos, seguid acechando; si esos hombres salen antes de que lleguen dos ministros del Santo Oficio, les haréis seguir por el lacayo de palacio que creáis más á propósito. Muy bien, señor. Ahora, enviad recado á la señora doña Clara de Soldevilla, menina de su majestad, de que yo la pido licencia para verla.

Esto dió alguna esperanza á don Juan. ¿A qué venís? dijo al carcelero. Vengo á pediros licencia, en nombre de una dama que quiere hablaros contestó aquél. ¿De una dama? ¿qué señas tiene? Está completamente encubierta por un manto; pero parece principal y hermosa.

Fíjense, pues, los lectores en el notable trabajo de ese erudito con el objeto indicado, aunque acerca de las noticias utilizadas por Hartzenbusch, me vea obligado también á hacer las siguientes observaciones: La desdicha de la voz se escribió en la primavera de 1639: en la biblioteca del duque de Osuna existe el manuscrito original de esta comedia, con la firma de Calderón y la fecha en Madrid 14 de mayo de 1639 años, y además la licencia para la representación de Juan Navarro de Espinosa, siendo la fecha de ésta el 1.º de junio de 1639.

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