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Actualizado: 8 de julio de 2025
La relación de esta efeméride difiere muy poco de la anterior del año 1670. Se concedió licencia por la Ciudad para sembrar tabaco.
No es posible dejar de condenar la licencia ó la inmoralidad de este drama; pero también es cierto que en aquella época se toleraban estos abusos, presenciándolos los espectadores impasibles, careciendo de la mojigatería y de las costumbres convencionales de nuestra época; además, nos reconcilian con este duque de Osuna muchas de sus brillantes cualidades, y el germen de nobleza que se nota en su alma, que palían, hasta cierto punto, los excesos á que lo arrastra su fogoso temperamento, haciéndonos presentir que pasados esos arrebatos de su edad juvenil, será después un patricio distinguido.
Ya sé que le has dao una paliza gitana en la tienda de la Parra y luego la licencia absoluta. Te engañas, máscara. Se ha marchado ella por su gusto. ¡Ay, Velázquez, qué malo eres y qué traidor con las pobres mujeres!... Pero Dios te castigará algún día; no tiene remedio. Dame la mano, falso; voy á decirte la buenaventura. Tómala, niña, y hazlo vivito que se reúne mucha gente.
Los compañeros se presentan con la licencia de su provincial y orden del vicepatrono, y mediante ella son admitidos sin hacerles entrega de nada. Hace dudar, y aún dudo, si estos religiosos son ambos curas, o a lo menos si ambos tienen iguales cargas.
¡Pecadora de mí! -dijo a esto Maritornes, que estaba delante-: primero que vuestra merced alcance esa licencia que dice, estará ya mi señor en el otro mundo.
El pobre de mi compañero abrió el libro, y dijo en altas voces: "Este libro lo dice, y está impreso con licencia del rey, y yo sustentaré que es verdad lo que dice, con el cucharón y sin el cucharón, aquí y en otra parte: y si no, midámoslo"; y sacó él compás y comenzó a decir: "Este ángulo es obtuso."
Rinconete, que de suyo era curioso, pidiendo primero perdón y licencia, preguntó a Monipodio que de qué servían en la cofradía dos personajes tan canos, tan graves y apersonados.
¿Ha graznado á vuestra oreja? pues mal agüero, hija; si supiera esto su excelencia, juntamente con que yo... Vos os tomáis licencia para todo; en cuanto á ese Cornejo, conózcole por haberme hablado de él mis compañeras. Señor Juan Montiño dijo Quevedo con voz campanuda : necesito hablar con vos á solas. Muchas gracias por la manera de echarnos, don Francisco dijo Dorotea.
En ese caso se dará orden para que le abran el postigo de los Infantes á cualquier hora que llegue. La señal. El capitán Juan Montiño. ¡El capitán! Tengo para él una provisión de capitán de la guardia española. ¡Ah! ¡pues me pesa! ¡se necesita para que os caséis con él, de la licencia del rey! No paséis pena por eso. El rey os ama. El rey está ya bien curado.
Vuelva usted entonces: reúna usted en un tomo alguna comedia, media docena de odas y un romancito: diga usted en el prólogo que las hizo en los ratos perdidos que sus desgracias le dejaron libres; que las publica por haber sabido que algunas composiciones de ellas se han impreso en Amberes o en América, sin licencia y con faltas, hijas de la incuria de los copiantes, y que dedica usted a su cara patria aquel corto obsequio, y déjelas usted correr.
Palabra del Dia
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