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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Por esto, algo debió observar que no fuera de su agrado ni le pareciera conveniente, cuando se negó á dar licencia para órdenes, á un monje llamado don Pedro Pavón, el cual de contínuo demostraba cuántos y grandes eran los deseos que de verse con tales licencias tenía.

Volvió a pedir una licencia en la secretaría del Juzgado, una licencia más larga que la anterior, para poder abandonarse completamente a la melancolía de su preocupación. En los domingos, por la mañana, estaba seguro de encontrarla. Ella iba a la iglesia del Socorro, siempre a la misma misa de las once, vestida con sencillez.

Pero sólo quiero explicarte... Estoy segura de que todavía lo quiere a José Luis. Dicen que pronto pedirá él una licencia y vendrá... Si eso sucede, Zoraida, tenemos que hacer lo posible, por lo menos, para que vuelvan a verse... Adriana ignoraba todavía las circunstancias de aquel antiguo noviazgo de su amiga. Sin embargo, le pareció que tanto Zoraida como Carmen se equivocaban.

En la obra manuscrita del maestro Espés se dice que en la era de 1156 que corresponde al año 1118 el postrero de julio confirmó el obispo D. Pedro Librana la donacion que el rey D. Alonso hizo de la JAFERÍA á Berengario Abad Crasense y sus monges, y les dió licencia de edificar allí iglesia en honra de Dios, y de Santa Maria, y de San Martin y de San Nicolas, y de que pudiesen tener pila de bautizar, cimenterio, y dar misa nupcial con los demas derechos parroquiales, y por valerme de las palabras del instrumento, omnem christianitatem, sicut parochialibus ecclesiis in episcopatu mos est.

Entretúvola aquel caritativo caballero con escusas y vaguedades, hasta que al fin la dijo, no pudiendo más defenderse, lo que él en verdad sabía, esto es, que mi padre había pedido licencia y partido para España, sin que hubiese vuelto a saberse lo que de él había sido.

Dizen, digo, no menos sino que no espere jamas ver ny muger ni hijos en Francia: Que aun para escreuirme mi muger pedia licencia, y aun no la tenia.

La libertad, empero, si no es la licencia de mi imaginación, me ha llevado más lejos de lo que yo pretendía ir: al comenzar este artículo no era mi objeto explorar si las sociedades modernas entienden bien el honor, ni si esta palabra es algo; individuo de ellas y amamantado con sus preocupaciones, no seré yo quien me ponga de parte de unas leyes que la opinión pública repugna, ni menos de parte de una costumbre que la razón reprueba.

De este modo, al tomar su licencia en Madrid, salió hacia su pueblo sin penas ni alegrías; y al mirar a la corte desde lejos, envióle una despedida que tanto podía significar «adiós para siempre», como «hasta la vista».

Por comisión y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial: no contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres, antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral; puédesele dar licencia para imprimirle. En Madrid, a cinco de noviembre de mil seiscientos y quince. Doctor Gutierre de Cetina.

Páganle el diezmo de la pesca y de la caza, á la cual no salen sin haber primero pedido licencia al cacique.

Palabra del Dia

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