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Actualizado: 19 de agosto de 2024


Hubo una brusca apertura de ojos, seguida de una lenta caída de párpados. Los dedos se arqueron, y nada más. La joya, sacudida por la convulsión del ganglio herido, tembló un instante desequilibrada. Kassim esperó un momento; y cuando el solitario quedó por fin perfectamente inmóvil, pudo entonces retirarse, cerrando tras de la puerta sin hacer ruido.

Todo el esfuerzo de la imaginación no alcanza a dar una imagen de la realidad, una vez que la serena y lenta contemplación ha dado tiempo a que el espíritu se sature de la belleza del cuadro. En centenares de grutas y en millares de libros corre la descripción del Niágara: su formación, su origen, su destino, el volumen de sus aguas, su bifurcación en el momento de la caída, etc.

Las chozas. Aspecto de la naturaleza. Las tardes del Magdalena. Calma soberana. Los mosquitos. La confección del lecho. Baño ruso. El sondaje. Días horribles. Los compañeros de a bordo. ¡Un vapor! Decepción. Agonía lenta. ¡Por fin! El Montoya. Los caimanes. Sus costumbres. La plaga del Magdalena. Combates. Madres sensibles. Guerra al caimán.

Por esta razon, su accion electiva sobre la sangre es mucho mas especial, ya porque obra directamente sobre este líquido, modificando su vitalidad en un sentido opuesto á la accion descomponente del causticum, ya porque modifica la hematosis por la asfixia lenta que determina.

El cielo se enrojece; brillan en el pueblo los puntos de las luces eléctricas; las sombras van borrando las casas y el campo. ¿Le parece a usted que nos marchemos? pregunta el clérigo. , vámonos; es ya tarde contesta Azorín. En los pueblos sobran las horas, que son más largas que en ninguna otra parte, y, sin embargo, siempre es tarde. ¿Por qué? La vida se desliza monótona, lenta, siempre igual.

Al recobrarla lenta y oscura, la voz del señor Poenco fue el accidente que me dio a conocer que había mundo. Lord Gray había desaparecido. Reconocime y me encontré estúpido; pero la vergüenza, motivada por el recuerdo de mi envilecimiento, vino más tarde. ¡Y qué vergüenza aquella, señores! Mucho tiempo tardé en perdonarme.

Callaban, pero su gesto era de frialdad ante la distancia enorme de aquel porvenir en el que depositaba el maestro sus esperanzas de bienestar. Ellos lo querían al momento, con la avidez del niño al que se muestra una golosina poniéndola después fuera de su alcance. El sacrificio, la obra lenta en favor del porvenir, no les entusiasmaba.

¿Usted quiere a otro?... pronunció él con voz lenta. Ella hizo ahora un signo negativo, pero ninguna palabra salió de sus labios. En el silencio llegaban frases sueltas de la conversación de Charito y Lucía, en el saloncito contiguo. , usted quiere a otro, a Julio. Escúcheme... , a Julio, ya lo , lo siento.

Lázaro llegó a ser uno de los seres más desdichados de la tierra: el cura que adquiere la costumbre de pensar. Lenta, muy lentamente, pero de un modo seguro y cierto, fue convenciéndose de que le habían educado dándole por verdades infalibles afirmaciones que no podía comprender; y, sin embargo, no cedía.

No dijo la devota, deteniéndole con más fuerza. ¿Marcharse usted? ¡Qué idea! ¿Qué va á ser de mi? ¡Sola para siempre! La muerte lenta que me espera es peor que si ahora mismo me matara usted ... ¡Y decía que era agradecido! Usted es la misma ingratitud. Siempre lo he creído. Hay personas que no merecen recibir la más ligera prueba de afecto. Usted es uno de ésos.

Palabra del Dia

beerotita

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