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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Las paredes estaban ennegrecidas por una capa de hollín que representaba luengos años de atmósfera asfixiante; las bestias, acostumbradas a esta lenta sofocación, limitábanse a bufar en sus pesebres. Las mujeres, con los ojos llorosos por el humo, vigilaban la sartén; los niños de pecho tosían, apelotonándose contra las maternales ubres, como si buscasen el fresco de la leche.

La plegaria italiana, sin ser cosa notable ni muy original, era música buena para aficionados, música de sentimiento, lenta, suave, nada complicada, de un patos muy tolerable y sugestivo. «¡Ay pensó Bonis , la paz del alma! En otro tiempo, no hace mucho, yo amaba la pasión, que sólo conocía por los libros.

Comenzó á vestirse el doctor, después de largos desperezos y una rebusca lenta de sus ropas, entre los libros y revistas que, desbordándose de los estantes de la inmediata habitación, se extendían por su dormitorio de hombre solo.

Cuando vió que las miradas de Ester se habían fijado en las suyas, y notó que parecía haberle reconocido, levantó lenta y tranquilamente el dedo, hizo una señal con él en el aire, y lo llevó á sus labios.

¿Quién sabe si el mar aborda detrás del eco postrero de la canción lenta y sorda que, recostado en la borda, canta el bravo marinero? Mi ser tras de ti se lanza; sólo allí, en la inmensidad, el alma a entrever alcanza de su insegura esperanza la anhelada realidad. Del infinito en presencia, sólo la vital esencia puede sentir explicable el eterno e insondable misterio de la existencia.

Ahora dijo, plantándose delante de él es justo que me cumplas la palabra. Ahora... repitió él con voz lenta . La palabra.... ¡De casarte conmigo! Me parece que me sobra derecho para pedir.... Mujer... contestó Baltasar reposadamente, sacudiendo la ceniza del pitillo , no todas las cosas salen a medida del deseo.

Hablaba con voz lenta, como si cada palabra la sometiese á previo examen, temiendo traicionar algún secreto. Este alejamiento espiritual no impidió, sin embargo, la aproximación física. Fueron uno del otro, con el irresistible choque de las atracciones materiales.

Y su figura, en este ambiente de inercia, de renunciamiento, de ininteligencia, marca un contraste inevitable entre las dos Españas. La comida transcurre lenta; son viandas exiguas, mal guisadas, servidas en vajilla desconchada y sucia, sobre el hórrido mantel de hule.

Ha sido una transformación lenta, pero irresistible: el campo me ha saturado con su calma; se me ha subido a la cabeza como una embriaguez mansa y dulce, y duermo y duermo, siguiendo esta vida animal, monótona y sin emociones, deseando no despertar nunca. ¡Ay Rafaelito! Como no ocurra algo extraordinario y el diablo tire de la manta, me parece que aquí me quedo para siempre.

La niña cruzó las manitas y comenzó su oración, repitiéndola Diógenes en voz baja, muy lenta, con cierta especie de solemnidad augusta que recordaba las notas de un órgano acompañando el canto de un ángel: Bendita sea tu pureza Y eternamente lo sea, Pues todo un Dios se recrea En tu graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, Yo te ofrezco en este día Alma, vida y corazón.

Palabra del Dia

mármor

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