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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Pues como dije, se iba calentando de tal modo los sesos, que se lo llegaba a creer. Y si aquello le durara, sería tan loco como cualquiera de los que están en Leganés.

Para evitar sospechas en las familias se concertó el lance por la tarde en una finca situada en Leganés. El marquesito debía salir del Veloz-Club con sus amigos a las dos en punto y Tristán de la Peña a la misma hora con los suyos. Cuando se vio en la calle y solo, una arruga profunda se marcó en su frente: desapareció súbitamente la alegría, un poco forzada, que a última hora había mostrado.

¡Mira, si no te callas, te doy azotes!... Vamos, duérmete: si te duermes, te compraré un caballo para que vayas al Retiro montado como tu amiguito Julián... y después te llevo al Circo a ver los clowns... ¿no te acuerdas de los saltos que dan? ¡Qué saltos tan grandes sobre el caballo! ¿eh?... Y la niña rubia que se sube al trapecio, ¡qué bonita!, ¿eh?... Y después vamos a casa de Julianito, y comerás dulces... y otro día iremos a Leganés a ver a la tía Adelaida para que te regale el pajarito de cristal que canta dándole cuerda... y lo traeremos para casa, ¿verdad?... ¿No te gusta?

Completamente ido de la cabeza... manicomio. ¡Que no come! Al manicomio... que le van a poner en Leganés... ¡Ah! ¿Y doña Lupe? Ella y yo... Fortunata hizo con sus dos dedos índices un signo muy expresivo, poniéndolos punta con punta. Habéis reñido... ji ji ji... ¡Qué cosas! Doña Lupe muy lagarta... El gatito que se había subido en el hombro del señor, estaba muy preocupado con la trompetilla.

Los rufianes hicieron la cuenta, y vino a montar de cena sólo treinta reales, que no entendiera Juan de Leganés la suma. Decían los estudiantes: -No pide más un ochavo. Y respondió un rufián: -No, sino burlárase con este caballero delante de nosotros; aunque ventero, sabe lo que ha de hacer. Déjese V. Md. gobernar, que en mano está...

A la edad de ocho años lo habían traído á España, sin que nadie adivinase su condición, y vivió primero en Leganés, á cargo del clérigo Bautista Vela y de una tal Ana Medina, casada con un flamenco llamado Francisco, que vino en la comitiva de Carlos V la primera vez que visitó estos reinos el coronado nieto de Isabel la Católica.

Isidora volvió a pensar en que nunca más saldría a la calle sin guantes. «¿Querrás siempre a este pobre Miquis, que te quiere más?... Desde que te vi en Leganés, me estoy muriendo, no lo que me pasa, no estudio, no duermo, no puedo apartar de esos ojos, ese perfil divino y todo lo demás». Ella empezó a comer otra naranja, y él la miraba embebecido.

«No hay ni puede haber prosperidad sin administración afirmó D. Carlos, abriendo la gaveta y mirando dentro de ella . Yo quiero que Francisca administre, y cuando administre... Cuando administre, ¿qué? dijo Benina con el pensamiento . ¿Qué nos va usted a dar, viejo loco, más loco que los que están en Leganés?

Maxi iba contentísimo y no hizo ninguna resistencia. Pero al llegar, decía en alta voz como si hablara con un ser invisible: «¡Si creerán estos tontos que me engañan! Esto es Leganés. Lo acepto, lo acepto y me callo, en prueba de la sumisión absoluta de mi voluntad a lo que el mundo quiera hacer de mi persona. No encerrarán entre murallas mi pensamiento. Resido en las estrellas.

Para tratar de esto y acordar lo más conveniente, llamó a Juan Pablo, que a la sazón había pasado de Penales a Sanidad, y podría tal vez poner a su hermano en Leganés, en un departamento de distinguidos, con pago de media pensión o quizás sin pagar un cuarto. Entre tanto, Fortunata, al salir de la casa de su marido, y antes de dirigirse a su nueva morada, encaminó sus pasos a la de D. Evaristo.

Palabra del Dia

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