Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de junio de 2025
Acordose de la fe pura y sencilla con que rezaba en el colegio ante la imagen de la Virgen y el ansia con que deseaba tener alas para lanzarse por los espacios azules y llegar hasta su trono de estrellas y cantar a sus pies las alabanzas de su hermosura inmortal; recordó las veces en que su padre le había dado a besar el retrato de su madre; recordó las dulzuras inefables que le causaba de niño la música que acompañaba a las procesiones, y la embriaguez que le producía el perfume del incienso, se le representaron los juegos de la infancia y el cariño vehemente apasionado que sintió cuando niño por su hermanita Julia...
Debes realizar esa obra buena; pobre infeliz dijo Lorenzo. Mañana mismo nos vamos de un galope hasta el «Paso», ¿qué les parece? y le hablo respondió Melchor, que de pocos estímulos necesitaba, para lanzarse en empresas de esa clase. ¿Y piensa traerla, don Melchor? Traerla, no; pero ofrecerle que se venga cuando quiera... es un crimen dejar a una mujer como ésa en semejante condición.
El pobre padre, al ver el horrible espectáculo que presentaba el cadáver de su hija, abrasada por las llamas, se detuvo horrorizado ante él, quiso hablar, pero no pudo, fue a lanzarse iracundo sobre el amante, que en actitud vacilante no sabía qué partido tomar, pero apenas dio dos pasos cayó al suelo, fulminado por una parálisis repentina, la lengua trabada, el rostro descompuesto, el cuerpo laxo y sin fuerzas.
Los perros, atraillados para el camino, fruncían aún sus hocicos en ristre, como si se dispusiesen a volver a lanzarse a los tallares del soto.
Sólo D.ª Marciala sonreía frente a él aplaudiéndole. En Obdulia el dardo produjo aún impresión más dolorosa que en su confesor. Sintiose invadida por un frío extraño acompañado de ligero temblor; luego fuertes llamaradas de calor le subieron al rostro y con ellas un vivo irracional deseo de lanzarse sobre D. Narciso y arañarle. Costole trabajo inmenso dominar sus ímpetus.
Vivir y morir en la obscuridad y en la inercia cuando tan grandes cosas realizaba el esfuerzo de los hombres, para Fray Miguel era insufrible. Resolvió, pues, someterse a todas las pruebas y a todas las operaciones mágicas de que el Padre Ambrosio había hablado a fin de remozarse y de lanzarse de nuevo en la palestra y tomar parte en la lucha.
Ahora, otros hombres de mar disfrutaban de tal honor, y él, viejo y cegato, aguardaba entre el público de la procesión para lanzarse sobre la enorme reliquia, pasando sus ropas por la madera. Todo cuanto llevaba encima estaba santificado por dicho contacto.
Siempre, en momentos iguales, buscaba Torrebianca los recuerdos de su primera juventud, como si esto pudiera servirle de remedio. La mejor época de su vida había sido á los veinte años, cuando era estudiante en la Escuela de Ingenieros de Lieja. Deseoso de renovar con el propio trabajo el decaído esplendor de su familia, había querido estudiar una carrera «moderna» para lanzarse por el mundo y ganar dinero, como lo habían hecho sus remotos antepasados. Los Torrebianca, antes de que los reyes los ennobleciesen dándoles el título de marqués, habían sido mercaderes de Florencia, lo mismo que los Médicis, yendo á las factorías de Oriente á conquistar su fortuna.
El abismo estaba abierto, y era preciso lanzarse sobre él. A bien que al otro lado le esperaban un ilustre pergamino, objeto de las ambiciones de la mitad de su vida, y la gloria de su nombre en la admiración del país. ¿No era corto el espacio comparado con las alas? Y llegó el instante fiero.
En aquel instante mismo, los dos navíos se abordaron. Los tripulantes ingleses que quedaban estaban en los obenques y sobre los empalletados, con el hacha a punto, el puñal entre los dientes, prestos a lanzarse de un brinco sobre el puente del brick. Un gran silencio reinaba a bordo de El Gavilán.
Palabra del Dia
Otros Mirando