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Actualizado: 27 de mayo de 2025


La belleza severa y correcta de aquella religiosa y su mirada límpida y firme le causaban una impresión que no se explicaba. En su pecho nació cierta inclinación extravagante hacia ella y vivo y ardiente deseo de ser su amiga o más bien su discípula, de postrarse ante ella y decirle: «¡Enseñadme, dirigidme!» ¡Oh, si le permitiera darle un beso por pequeño que fuese!

Me levanté y fuí adentro, a las piezas bien conocidas, donde aún estaba mi revólver. Cuando volví, ella tenía los párpados cerrados. Matémonos le dije. Entreabrió los ojos, y durante un minuto no apartó la mirada de . Su frente límpida volvió a tener el mismo movimiento de cansado éxtasis: Matémonos murmuró.

Era capaz de no venir, de habérselo prometido a Charito con la intención premeditada de faltar. Pero la voz de Adriana, su límpida voz de suavidad irresistible, resonó abajo, en la escalera. ¿Iba a tener fuerzas para demostrarse con ella altivo y firme, de acuerdo con los términos de la carta enviada por intermedio de Raquel?

Jóvenes y fuertes, ricos, dichosos, con una conciencia pura y el recuerdo de algunas buenas acciones, habremos vuelto a ver nuestra bella Andalucía, Granada y su Alhambra, su mosaico de oro, de arquitectura aérea, sus pórticos, nuestra hermosa quinta con sus bosques de naranjos frescos y perfumados, y sus pilones de mármol blanco en los que duerme una agua límpida.

La tarde estaba apacible y límpida: sólo algunas nubes festonadas asomaban la frente por encima de la crestería de las montañas. El sol no les molestaba sino á ratos, y su fuerza estaba deleitosamente mitigada por un vientecillo fresco que el río traía sobre su corriente. Según se alejaban del palacio y de sus contornos, crecía pasmosamente la locuacidad de la condesa.

El rótulo rezaba: «Apolonio Caramanzana, maestro artistaHabía un ancho escaparate, con límpida luna de cristal.

La fuente termal que constantemente brota en medio de la caverna defendía a las dos hermanas de los rigores del frío del invierno, y el leñador Daniel Horn, de Tiefenbach, había tenido la caridad de cerrar la entrada de la cueva con grandes montones de brezos y retamas. Al lado del caliente manantial se encuentra otro de agua fría como la nieve y límpida como el cristal.

El abogado dio un paso hacia el penado, y le dijo con amable sonrisa: Desearíamos, si usted no tiene inconveniente en ello, hacerle algunas preguntas... Son ustedes muy dueños respondió el sacerdote, clavando en él una mirada límpida que consiguió turbarle.

La niña clavó en él su mirada límpida, y también preguntó: ¿La quieres ? Yo . Pues yo también, .... ¿Te gustaría vivir con ella? Carmen dijo prontamente: Quiero vivir contigo y le echó los brazos al cuello con ternura. El la enlazó en los suyos lleno de emoción, murmurando con la voz quebrada: Pero si yo tuviera que marchar....

Mas su caridad no termina allí; muertos ya procurará enterraros con toda pompa, luchará para que vuestro cadáver pase por la iglesia, reciba los sufragios y solo descansará satisfecho cuando os pueda entregar en manos del Criador purificados aquí en la tierra, gracias á temporales castigos, torturas y humillaciones. ¡Conocedores de la doctrina de Cristo que cierra el cielo á los ricos, ellos, nuevos redentores, verdaderos ministros del Salvador, inventan todas las astucias para aligeraros de vuestros pecados, vulgo cuapì, y los trasportan lejos, muy lejos, allá donde los condenados chinos y protestantes viven, y dejan esta atmósfera límpida, pura, saneada, de tal modo que aunque quisiéramos despues, no pudiésemos encontrar un real para nuestra condenacion!

Palabra del Dia

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