United States or Moldova ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vendría Serafina, y mientras Minghetti y Emma continuaban sus lecciones interminables, ellos dos, Serafina y él, en el cenador de la huerta, ¡oh miseria!, ¡oh vergonzoso oprobio!, serían, como siempre, amantes; amantes de costumbre, sin la disculpa, aunque de poca fuerza, disculpa al fin, de la ceguedad de la pasión; amantes por el hábito, por la facilidad, por el pecado mismo....

Los trenes de artillería, los rosarios de automóviles, rodaban por vías recién abiertas que las lluvias habían convertido en lodazales. El barro era la peor calamidad de esta planicie extremadamente polvorienta en tiempo seco. Dos horas largas pasó Farragat de campamento en campamento antes da llegar á su destino. Su vehículo tuvo que detenerse para dejar paso á interminables desfiles de camiones.

Las explicaciones de la joven fueron largas, interminables é impregnadas de una profunda filosofía. Así era todo lo que salía de su espíritu, fértil en pensamientos elevados. Pero en vez de calmar el rencor de Velázquez dieron por resultado lo contrario. El guapo se sintió aún más humillado. Tuvo el talento, sin embargo, de disimularlo.

Sin ser rigurosamente viuda, tiene un hijo, gordo también, que se roe las uñas y estudia en el Instituto. Se llama Joaquín, y por ternura Quinito; sufrió en esta primavera no qué grave enfermedad que le obliga a tomar interminables horchatas y baños de asiento, y está destinado por doña Paulina a la burocracia, que considera, con mucha justicia, la carrera más segura y más fácil.

Filas interminables de mujeres, jóvenes en su mayoría, vestidas ligeramente con trajes de percal de mil colores, todas con flores en el pelo, liaban cigarrillos delante de unas mesas toscas y relucientes por el largo manoseo. Al lado de muchas de ellas había cunas de madera con tiernos infantes durmiendo. Estas cunas, según me advirtió Nieto, las suministraba la misma fábrica.

La tartana se desliza, interminable, a lo largo de las calles interminables, con un ruidoso traqueteo que repercute en los ámbitos oscuros. Un instante; creo que se detiene. , ; se ha detenido. El zagal aporrea bárbaramente una puerta. Transcurre un largo rato; vuelven a sonar los recios golpes; se hace otra larga pausa; es de nuevo la puerta aporreada.

Nada más hay que contar, salvo que, debido al descubrimiento de la casa, obtuvo la clave del secreto; a lo menos, eso es lo que yo le he entendido siempre que ha hablado de esto contestó. ¡Ah! recuerdo bien aquellas interminables y cansadoras caminatas cuando niña; cómo recorríamos esos largos, blancos e inacabables caminos, con sol y con lluvia, envidiando a la gente que iba en coches y en carros, a hombres y mujeres que andaban en bicicletas, y, sin embargo, mi valor se sostenía siempre con las palabras de aliento de mi padre y su declaración de que algún día habíamos de poseer una gran fortuna.

Parecía trastornada, enferma, su respiración anhelante tomaba a veces el estertor del sollozo; inclinaba la cabeza sobre un hombro y desahogaba su pecho con suspiros interminables. El joven callaba obediente, temiendo que el recuerdo de su torpe audacia surgiera de nuevo en la conversación, sin ánimo para acortar la distancia que les separaba en el banco.

Eran á modo de campamentos rodantes que se inmovilizaban muchas horas y hasta días en los apartaderos, dejando paso libre á los convoyes impulsados por las necesidades apremiantes de la guerra. La muchedumbre, habituada á las detenciones interminables, desbordaba fuera del tren, instalándose ante la locomotora muerta ó esparciéndose por los campos inmediatos.

Y haciendo un esfuerzo supremo, se levantó y siguió marchando en pos del fantasma por las calles interminables, negras, heladas.... Como marchamos todos á través de las asperezas de la vida, guiados por nuestros recuerdos, al encuentro de la Ilusión. El periodista Isidro Maltrana habló así á sus amigos en un pequeño restorán de Broadway: Me veo obligado á buscarme la vida en Nueva York.