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Trépase á la címa de Fourvières por entre las horribles y sucias callejuelas del viejo Lyon, llegando al anfiteatro pintoresco del jardín de Fourvières por una serie de escaleras interminables que pasan de algunos centenares y hacen de la ascension una verdadera empresa.

Los cafés y hoteles abundan; las sinagogas alternan con las iglesias católicas y las anglicanas; las filas de ricas tiendas llenas de curiosidades son interminables, principalmente en la «Calle-Mayor;» y donde quiera hay una confusion de tipos y una animación de curiosos y negociantes que llama mucho la atención, haciendo ver que aquella ciudad es una colonia cosmopolita, donde viven fraternalmente y cambian sus productos el Español, el Inglés, el Italiano, el Israelita y el Moro tangerino ó tetuanés.

Ni la sombra de un árbol, ni el rumor de un arroyo, ni el canto de un gallo ó de un pájaro campestre, ni el mugido de una vaca, ni el mas leve ruido se sentia al atravesar aquel desierto.... ¡Ni una choza en las praderas interminables, ni un cercado para manifestar la presencia del hombre por allí!...

Si durante aquellos largos días, dedicados á un trabajo grosero y repugnante, y aquellas interminables noches ardientes y febriles, no hubiera tenido la idea de Dios para calmar mi espíritu, me hubiera vuelto loco ó me hubiera matado.

Miguel sabía apreciarla y la gustaba, y hasta se placía e interesaba en ella, por más que la deplorase con interminables lamentaciones cuando se hallaba entre amigos.

Fue modelo de gentileza y cortesanía. Se hizo adorar de la juventud, a quien proporcionó gratísimo recurso para matar las interminables noches del invierno. Fernanda Estrada-Rosa fue uno de los más bellos ornamentos de sus conciertos y saraos. En pos de ella vino el conde de Onís, su novio.

Cruzó un salón vastísimo iluminado por los rayos del sol, que pasaban a través de los montantes de tres ventanales cerrados. El suelo estaba en la penumbra, mientras las paredes brillaban como un jardín de vivos colores, cubiertas de interminables tapices con figuras de doble tamaño natural.

El velero busca mar amplia y viento favorable para doblar el cabo de Hornos, punta avanzada del mundo, lugar de tempestades interminables y gigantescas. Mientras ardía el verano en el otro hemisferio, el terrible invierno austral salió al encuentro de los navegantes. El buque necesitaba hacer rumbo al Oeste, y precisamente los vientos soplaban del Oeste, cortándole la ruta.

Este castillo, distante de Medina algunos centenares de pasos, y separado hoy de ella por el tiránico ferrocarril, corona una especie de meseta que, en estas interminables planicies castellanas, pudo muy bien hacer el papel de altura cuando se la eligió para asiento de una ciudadela..... Allí murió Isabel la Católica.

Estaba yo tan nerviosa por las interminables discusiones que había tenido que sostener con la abuela en los últimos días, que me eché a llorar. Genoveva me abrazó. ¡Oh! no llores, Magdalena... Qué niña eres... Nadie te obliga a casarte... razonable... Razonable... Que si quieres... Cada vez lloraba más... La de Ribert parecía consternada y Genoveva, para consolarme, acabó por llorar también.