Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Miradle, ya está en el borde del precipicio fatal, ya está escrita en la cartera la palabra á Dios; ya vuelve en torno su cabeza desgreñada, su semblante pálido, sus ojos hundidos é inflamados, sus facciones alteradas; y ántes de consumar el atentado se queda un momento en silencio, y luego reflexiona sobre la naturaleza, sobre los destinos del hombre, sobre la injusticia de la sociedad. «Esto es exagerado, dice con impaciencia Eugenio; en el mundo hay mucho malo, pero no lo es todo.

A usted le toca contestar. ¿No es usted otra cosa que correligionaria del Príncipe? No comprendo. ¿Es usted también su querida? La joven miró a su interpelante con ojos inflamados, casi con expresión de ira, pero no dijo una palabra. ¿Tampoco a esto quiere usted contestar? Voy a hacerle otra pregunta: ¿Dónde estaba usted en el momento de la muerte de la Condesa? En el escritorio del Príncipe.

El nombre de Voltaire, pronunciado con todas sus letras, le hacía estremecer, al mismo tiempo que se alteraban sus ojos inflamados con el lagrimeo de la rabia. -No; señor Vicente; no están. -Me alegro. Porque si estuvieran Voltaire y Garibaldi, yo me marcharía. No podría vivir bajo el mismo techo que esos demonios.

Al Altozano. Todo el mundo se pasea de lado a lado. Allí un grupo de políticos discutiendo inflamados. Parece que en Popayán no están contentos con el gobierno, lo que ha determinado, por antagonismo, la adhesión de Call; ¿qué hay de Cipaquirá?

Esta escena conmovió igualmente a los dos caballeros, e inflamados por el mismo sentimiento. ¡Aliatar, es Vd. libre! exclamó D. Pedro Gómez de Aguilar. ¡, libre! añadió el Conde de Cabra. 90 Como seguían los caminos intransitables el moro tenía que aceptar la hospitalidad que le ofrecieron para aquella noche. Al llegar a un cuarto de legua de la ciudad, tenían que pasar un río.

Cuando Marta entró en la sala, vaciló un instante, pero luego, armándose de valor, golpeó suavemente a la puerta de la pieza. Entrad respondió una voz en tono seco. La señora de Bruinsteen estaba sentada en un sillón. Sus ojos inflamados parecían lanzar relámpagos; tenía, sin embargo, una sonrisa en los labios, una expresión de alegría sarcástica y triunfante.

El bruto, sorprendido de aquel encuentro y de tanta audacia, quedó también sin movimiento, fijando en Stein sus grandes y feroces ojos, inflamados como dos hogueras. El viajero conoció que al menor movimiento que hiciese era hombre perdido.

Recibió por fin a Núñez, que diariamente le enviaba billetes inflamados; intimó con las amigas que se desvivían por distraerla y entró a formar parte de aquella sociedad divertida y galante. Fue una rebelión, una necesidad de su naturaleza, que de otro modo hubiera sucumbido.

Aquel traje singular, aquel toro muerto, contra la costumbre, de un pistoletazo; aquel hombre que besaba la mano de una semisanta, de una prometida de Cristo, todo aquello contrastaba tanto con las enseñanzas recibidas, que la junta, el alcalde, el gobernador, se quedaron boquiabiertos, mientras que el que tan vivamente excitaba la curiosidad general, continuaba con los ojos inflamados y fijos sobre la monja, que, trémula y confusa, no tenía fuerzas para salir del palco.

Como generosa yegua de pura sangre a la cual pretendiesen enganchar haciendo tronco con un individuo de la raza asinina, la Tribuna se irguió, y saltándosele los ojos de las órbitas, los carrillos inflamados por la fiebre, gritó: Sal, sal de ahí, bruto.... ¡Quieres condenarme!

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando