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Actualizado: 6 de junio de 2025
Esto supuesto, se ve quan temerariamente niegan algunos Sectarios la existencia de los milagros solo porque ellos, no los ven; y con quánta imprudencia niegan el crédito á algunos Varones, que por su santidad y sabiduría deben ser creidos.
Jamás se ha pronunciado esa palabra entre nosotros... Había yo creído, loca de mí, que el amor... los sentimientos de admiración apasionada y de entusiasta simpatía que él expresaba, lo conducirían a eso... Me escribió... y le respondí... Esta es la imprudencia que hoy expío con crueles agonías... más crueles de lo que usted puede pensar.
Vos resistís á vuestra pasion con mas vigor que combate Astarte la suya, porque sois filósofo y sois Zadig. Astarte es muger, y eso mas dexa que se expliquen sus ojos con imprudencia que no piensa ser culpada: satisfecha por desgracia con su inocencia, no se cura de las apariencias necesarias. Miéntras que no le remuerda en nada la conciencia, tendré miedo de que se pierda.
El señor de Monthélin no ganó gran cosa, y la excesiva frialdad de Juana, después de la partida de Jacobo, le hizo ver que había cometido una imprudencia, y para repararla, se apresuró como es casi seguro, a cometer otra. ¿Parecéis disgustada conmigo dijo sonriendo , porque no he cedido el lugar al señor de Lerne?
Está muy afligida, ¿verdad? ¡Pobre criatura loca! Es cosa de llorar de lástima, aunque se tenga el corazón de piedra. Teme que la maltraten, ¿no es cierto? No, no; otra persona pensaría en ello; ¡pero una pobre loca! ¿Creéis que no piensa en ella? Todo lo que grita es: «Marta, Marta», y sólo la preocupa el que vos tengáis que sufrir las consecuencias de su imprudencia.
Ni podíamos creerle casado, puesto que no usa anillo de compromiso... continuó Aguilar. Y para concluir la conversación, monsieur Jaccotot dijo, con la imprudencia del mal humor: Soy casado y mi mujer se quedó en Francia. Yo vivo aquí con mi única hija, Silvia... ¿Les interesa esto mucho a ustedes?...
Creo que en usted no ha habido más que exceso de amabilidad, que en un pueblo remoto como éste, donde todo choca y se comenta, acaso no ha debido usted tener... En ella ha habido la imprudencia y la ligereza que siempre han sido sus defectos. Doña Paula había ido perdiendo su cortedad a medida que hablaba. Las últimas palabras las pronunció con energía.
El espíritu de venganza ha sucumbido por su imprudencia; lo queria todo, lo exigia todo, y con urgencia, con imperiosidad, sin consideraciones de ninguna clase; y el corazon se ha ofendido de semejante desman; ha creido que se trataba de envilecerle, ha llamado en su auxilio á los sentimientos nobles, que han acudido presto y han decidido la victoria en favor de la razon.
Pero, señor conde profirió D. Marcelino, Antuña murió porque quiso. ¿Á quién se le ocurre salir de noche de la villa con veinticuatro mil reales en el bolsillo? ¿No conoce usted que es una imprudencia mayúscula? ¡Perfectamente! Hechos aislados, señor conde, hechos aislados... por ahora, hechos aislados. El trueno gordo no tardará en venir.
Dice su sobrino que una de estas noches, sintiendo demasiado calor en la cama, se salió al corredor y se estuvo allí un rato en mangas de camisa... ¡Ya ve usted qué imprudencia! replicó D. Lesmes reponiéndose instantáneamente, porque era hombre avisado y corrido.
Palabra del Dia
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