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Actualizado: 6 de julio de 2025


Cometió la imprudencia de mostrarse generoso, en cuanto permitían sus ahorros, comprando hoy un vestido, mañana un abrigo; le dio para desempeñar alhajillas, hasta la llevó a cenar al café, con todo lo cual Carola llegó a persuadirse de que el vejete tenía dinero.

Una imprudencia, por pequeña que fuese, y estaba perdida; el menor descuido, y en vez de ingeniosa enamorada, semejaría codiciosa enredadora. ¡Triste condición de toda mujer amante y burlada, que al reconquistar el bien perdido, parece trapisondista despreciable! Capítulo XIX De cómo Cristeta representó en un palco mejor que cuando lo hacía en el escenario

La Avenida de Diana debía su nombre a una antigua estatua, cuyo zócalo era lo único que quedaba en pie. Lugar tan retirado y misterioso, era a propósito para paseos y coloquios de enamorados. Pero, sin embargo, fue una grande imprudencia la de Juana, la de elegirlo para su despedida del oficial de cazadores.

Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le acabase la vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le dijo: -Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece muy áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó Zamora en un hora.

En esto hizo el cura ademán de querer hablar; mas la Condesa, acostumbrada al trato de gentes tan fanáticas como él, pero menos honradas, cometió la imprudencia de completar su pensamiento, diciéndole: Piense Vd. también un poco en su propio interés. El asunto es muy importante para la hermandad, que tiene gran influencia; porque estos revolucionarios son tontos.

Siempre tengo en la memoria el acento dolorido con que don León me recitaba aquellos versos salidos del alma: ¡Qué falta de cordura! ¡Qué sobra de imprudencia! ¡Adoptar desventura! ¡Desechar avenencia! No hay para qué decir que yo celebraba mucho los versos de don León: juzgábalos sinceramente bellos; mas, aunque así no fuese, el respeto me obligaría a ponerlos sobre la cabeza.

Aleccionada por su propia vida, Cristela resolvió elegir su nuera por el alma y no por el rostro. Lo malo es que el príncipe no lo deseaba así. Con la imprudencia de su juventud, gustaba de las mujeres bonitas, sin importársele un comino de las bellezas del alma. Pero Cristela era mujer enérgica y hábil, si la hubo.

que frenéticamente enamorado de doña Juana, legítima esposa del rico labrador D. Gregorio, la persigues con audaz imprudencia y procuras triunfar de la virtud y de la entereza con que ella se te resiste.

He cometido la imprudencia de dejar asomar a los ojos lo que sentí al conocer a Vd... Luego creí ver que Vd. no mostraba enojo, porque quizá el desprecio le parecería demasiado cruel, y así ha llegado esta situación, en que no hay más que un culpable: mi vanidad. Debo reparar mi error a fuerza de franqueza. Este lenguaje dio alas al carácter vivo de Paz.

Isagani se encogió de hombros y siguió mirando. Basilio trató de arrastrarle de nuevo. ¡Isagani, Isagani, óyeme, no perdamos tiempo! Esa casa está minada, va á saltar de un momento á otro, por una imprudencia, una curiosidad... ¡Isagani, todo perecerá bajo sus ruinas! ¿Bajo sus ruinas? repitió Isagani como tratando de comprender sin dejar de mirar á la ventana.

Palabra del Dia

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