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Actualizado: 6 de julio de 2025


Y todo porque un bribón desconocido ha cometido un crimen y con extremada habilidad ha sabido atribuírselo á ese infeliz, quien por su parte no parece sino que lo había preparado todo de antemano, á fuerza de desorden, de imprudencia y de locura, para que se le supusiese culpable y para que le fuese imposible probar que no lo era. Marenval empezaba á estar inquieto.

Quintín continuaba mudo. Tenía la seguridad de que la menor imprudencia de sus labios contra Carola empeoraría la situación, y con su mujer tampoco se atrevía. ¿Qué hacíais? preguntó Frasquita, clavando los ojos en el desnudo pecho de la corista pecadora. Carola miraba socarronamente al estanquero, diciéndole con retintín: ¿Y es esto lo que usas pa diario?

¡Está amaneciendo! exclamó con acento duro . ¿Qué sucede, Casilda? anoche me acosté demasiado tarde y me despiertas al amanecer. Estoy servida detestablemente. Son las ocho y media, señora dijo temblando la doncella. Te dije que no me llamaras hasta las doce. Es que está ahí don Juan. ¡Don Juan! ¡y de día! ¡y acaso por la puerta principal! ; , señora. ¡Qué imprudencia! Nadie ha podido verle.

Y si las circunstancias rodaban de tal suerte que fuese imposible en tres o cuatro días gozar una hora de soledad, su espíritu voluntarioso se exaltaba, botaba dentro del cuerpo como un corcel impaciente, y estaba dispuesta a arrojarse a la mayor imprudencia. Luis temblaba, empalidecía, siempre en espera de una catástrofe.

¡Es un portento! exclamó; y me admira que hayáis arriesgado por las calles una maravilla tan frágil como ésta. Confieso que fué grave imprudencia. ¡Un frasco de vino, Tita, pero del mejor, del florentino! Sin vuestro auxilio no qué hubiera sucedido. Examinad bien la tez; á mismo me resulta muchas veces demasiado obscura, enrojecida por haberse caldeado los colores, ó pálida y falta de vida.

Henos aquí dijo el notario. ¡Cómo! ¿está empleado el auvernés en este establecimiento? Sin duda alguna: yo mismo le he buscado esta colocación. Vamos, el mal no es tan grande como llegué a suponer. Pero, de todas maneras, habéis cometido una imprudencia imperdonable. ¿Qué queréis decir? Entremos.

El mismo acusado, en medio de sus protestas, de su exasperación, no encontró ni un argumento, ni un hecho que citar en su defensa. Ni una declaración le fué favorable, y en cambio hubo en contra suya veinte de las más abrumadoras. ¡Oh! Se puede decir que todo contribuyó á perderle, su misma imprudencia, su conducta anterior, todo, en fin.

Haremos notar que nunca se debe decir la última miseria; es una imprudencia que puede molestar a la Desgracia, y entonces nos apretará más el resuello. Siempre hay mayores extremos de dolor, y callar es bueno. Estos provincianos adquieren de la corte la misma opinión de madama Zarathustra: ¡En Madrid se come muy mal! Se come mal y se duerme mal... y caro.

Pero también objetaba la de Aimont, no se comprende semejante imprudencia... Petra ha recorrido ayer toda la calle de Thiers con las niñas de Erinois... Es correr detrás del padre demasiado visiblemente. No veo que haya una relación tan visible entre el padre y las hijas, pero esto debe de consistir en mis preocupaciones personales.

Y de nuevo entonces, como una esfinge atormentadora, surge en su mente la pregunta de si ha pasado o no la edad en que sin imprudencia puede el hombre casarse y crear una familia. Esta vez, debido quizás al influjo de ese alegre sol de mayo, la respuesta se formula en su espíritu con menos vacilaciones, con mayor claridad que nunca.

Palabra del Dia

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