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Actualizado: 6 de octubre de 2025
Lo que quiero yo respondió Leto con los ojos espantados y la melena erizada , es que considere usted que la hija de don Alejandro Bermúdez, yendo confiada a mi cuidado en un barquichuelo gobernado por mí, por una imprudencia mía ha estado a punto de perecer... ha debido de ahogarse... ¿Puede usted considerar esto?
Y tú has cometido la imprudencia de decirle que el venir á tu casa podía robarle la paz de la suya... tú no quieres vengarte. Os juro que me vengaré; que me vengaré de una manera cruel. El bufón movió la cabeza en un ademán de duda, de incredulidad. Sí, me vengaré insistió ella. ¿Y cómo? Ya lo veréis. No... adivino. Yo haré de modo que en su vida me olvidará.
Los capítulos que en ella se estipularon y juraron se hicieron saber á la ciudad de Córdoba á 1.º de febrero, y existen en el Archivo, caj. I, leg. 10, núm 391. Véase la pág. 177. La imprudencia de un predicador de gran fama, cual era el P. Presentado Fr. Cristóbal de Torres, habia dado ocasion en el año de 1614 á grandes ruidos y escándalos que despues trascendieron por todo el reino.
Paseábame días pasados con él, no precisamente porque nos estreche una gran amistad, sino porque no hay más que dos modos de pasear, o solo o acompañado. La conversación de los jóvenes más suele pecar de indiscreta que de reservada: así fue, que a pocas preguntas y respuestas nos hallamos a la altura de lo que se llama en el mundo franqueza, sinónimo casi siempre de imprudencia.
Sí, es necesario que la lucha quede entre nosotros dos, es necesario destruir esas bajas personas intermedias, y ya que de nuestros rostros han caído los antifaces, entendámonos directamente, padre; solapemos esa lucha, que por vuestra imprudencia va haciéndose escandalosa, y convengámonos. ¿Pero qué es lo que vos queréis? Padre y señor, yo quiero heredaros cuando sea tiempo.
El militar se dirigió rápidamente hacia él, y disimulando su turbación, le dijo: "Caballero, no he querido marcharme hasta estar seguro de su mejoría. Aquí le contaba á esta niña el caso, y le hacía una relación de la imprudencia de aquellos hombres. Ya le veo á usted tranquilo y fuerte, y me retiro, diciéndole que puede disponer de mí para cuanto yo pueda serle útil.
Id en seguida a hablar con la condesa; tal vez, Marta, no se muestre tan terrible como creéis. Ten valor, Elena, no llores así dijo la viuda a la joven atemorizada . Yo soy la única causante de esto; yo sola soportaré las consecuencias de mi fatal imprudencia. ¡Ah, no, no! exclamó Elena . Sois inocente. Se lo diré a mi madre. Si quiere vengarse de lo que ha pasado, que sea sólo en mí.
A pesar de su silencio, lleno de principesca dignidad, el odioso enano se explayó: Tu mala costumbre, Cristela, consiste en no contentarte con mirar el rostro de la gente, y mirarles también el alma. ¡Nunca mayor imprudencia! El rostro es, generalmente, la máscara del alma. Los rostros suelen ser agradables o interesantes; las almas son casi todas desagradables y vulgares.
¿Qué choque? preguntó el Duque, por cuyos amortiguados ojos pasó un relámpago siniestro. Doña Paula adivinó un peligro para su yerno, y se apresuró a enmendar la imprudencia.
Va á ser preciso jugar mano á mano con esa buena pieza. ¿Estás dispuesto á seguir el plan que te voy á trazar? Ciegamente. Pues bien, escucha. Si cometieras la imprudencia de presentarte mañana en la Celle-Saint-Cloud, con el aire radiante y diciendo á Clementina: "¡Heme aquí!
Palabra del Dia
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