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Actualizado: 6 de julio de 2025
La duquesa, que al principio no sintió hacia él sino la gratitud innata de la hermosura para la galantería, fue apreciándole luego como uno de esos hombres peligrosos con quienes la coquetería de la mujer hace el papel expuesto de la imprudencia asomada a un abismo.
Mucho tiempo después de estar separadas sus grandes vísceras, producen las masas informes del tiburón terribles contracciones que algunas veces han sido bien funestas, pues el poco conocimiento ó la imprudencia han sido causa de que algunos pasajeros hayan perdido un pie ó una mano, entre mandíbulas que creían desprovistas de fuerza vital.
Y el club de los reyes dijo uno que se escurrió como si hubiera dicho una imprudencia. ¿Quién ha dicho eso? exclamó el Doctrino furioso. No hagas caso: es uno de los que creen esas calumnias indicó Javier. Vamos, señores: esta noche hay gran sesión en la Fontana. Mañana me llevarás allá dijo Lázaro á su amigo con empeño. ¿Cómo mañana?
El conde se irguió decidido y amenazador: ¿Qué es eso? dijo con voz áspera. ¿Tenemos dudas? ¡Dios me perdone! ¿Acaso remordimientos? ¿Está usted loca? ¿Olvida usted en qué condiciones intervine para sacarla del atolladero cuando la enloquecía el terror? ¿Es que va usted á ser ingrata, querida? Eso sería una debilidad y una gran imprudencia.
Toma precauciones, Jacobo. Te odia mortalmente. Suceda de mí lo que quiera, poco importa. Pero tú tienes que tomar un desquite público y brillante. No te comprometas por una imprudencia. Jacobo respondió gravemente: Mi vida ha terminado, Lea, y mi rehabilitación así como el castigo de Sorege, serán los últimos actos de hombre que realizaré. He visto el mundo y le he juzgado.
«Todo aquello era una contradicción, pero Vetusta no estaba preparada para un verdadero entierro civil». Algunas buenas mozas, mal pergeñadas, alababan la idea en voz alta. Hubo una que gritó: ¡Así, que rabien los de la pitanza! Esta imprudencia provocó otra del lado contrario.
Juzgo, considerado lo que apunté, por imprudencia exponer á riesgo evidente las cosas de opinion, de suyo tan vidriosas y tan faciles de peligrar. »DON LUIS. Batis, como se suele dezir, en hierro frio, pesse esta vez el artificio cortesano. Yo he de vencer, si puedo, esta fantasma que la llaman temor.
Nada en el mundo me hubiera hecho prolongar mi viaje un solo día más. Magdalena me creía aún a cuatrocientas o quinientas leguas de ella cuando una noche entré en un salón en que estaba seguro de que la encontraría. Al verme hizo un movimiento que implicaba una imprudencia. Muy pocos habían tenido noticia de mi ausencia.
¡Trae, trae, Cecilia! ¡Deja eso! exclamó con el rostro echando fuego, contraído por forzada sonrisa. No; quiero verlo. Ya lo verás después; ¡suelta! Quiero verlo ahora. Vamos, niña, déjaselo ver. ¿Qué te importa? dijo doña Paula. No quiero que me lo quite nadie por fuerza gritó poniéndose seria. Después, comprendiendo la imprudencia de esto, tornó a ponerse risueña.
Es cierto, Marta dijo en tono más dulce la cocinera . Tenéis que confiarme a la señorita. La condesa os espera en el salón. Las llaves murmuró el aya con espanto . Y con la señorita, ¿qué van a hacer? ¡Ah! va a ser severamente castigada por su imprudencia suspiró Mariana . Sin embargo, la compadezco. ¿La van a maltratar?
Palabra del Dia
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