Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de junio de 2025


La madre le ofreció su delantal de hule, que él rehusó; ya tenía un pantalón viejo, destinado a perecer en la demanda, y por nada del mundo renunciaría a sentir aquella onda tibia.... Su contacto derretía no qué nieve de austeridad, cuajada sobre un corazón afeminado y virgen allá desde los tiempos del seminario, desde que se había propuesto renunciar a toda familia y todo hogar en la tierra entrando en el sacerdocio; y al par encendía en él misterioso fuego, ternura humana, expansiva y dulce; el presbítero empezaba a querer a la niña con ceguera, a figurarse que, si la viese morir, se moriría él también, y otros muchos dislates por el estilo, que cohonestaba con la idea de que, al fin, la chiquita era un ángel.

Llegaron también varios periodistas a caza de noticias, lápiz en ristre y reparos a la espalda, y fueron muy bien recibidos, dignándose la misma Currita darles noticias del suceso. Pedro López, el cronista de los salones elegantes, que acudía a comidas y saraos con los bolsillos del frac forrados de hule para poderse llevar a mansalva dulces y emparedados, estuvo admirable.

Me parece que es angosta para lo que usted la quiere». Otras veces dudaba o aparentaba dudar si tenía lo que le pedían. «¿Gorritas para niño? ¿Las quiere usted de visera de hule?... Sospecho que hay algunas, pero son de esas que no se usan ya...».

Era la última noche de carnaval y el mulato Alejandro estaba de baile. Su comparsa, los «Tenorios de Plata», con su brillante uniforme blanco y celeste y sus botas imitadas en hule, invadía el teatro de la Alegría, campo de las batallas galantes de la clase, en los tres días clásicos del año.

La luz del candil y los reflejos de la lumbre arrancaban destellos a la hojalata limpia, al barro vidriado de las cazuelas del vasar, y la temperatura se suavizaba, se elevaba, hasta el extremo de que el señor Rosendo se quitase la gorra con visera de hule, descubriendo la calva sudorosa, y la niña echase atrás con el dorso de la mano sus indómitas guedejas que la sofocaban.

Dio tres o cuatro pasos en falso, giró como un trompo, y fue a caer en un diván de hule, donde Miquis le mojó la cara. Capítulo XII Escenas Protesto con toda mi energía de ser racional y libre, declaro absurdo y necio el deber de vivir. No hay tal deber.

Ha comido en mesas en que un hule hacía de mantel y en vajillas desportilladas. Fuera ya de la familia y durante las languideces de sus largos comienzos en la república de las letras, ha sufrido trabajos y hasta ayunado, más ávido entonces de libros que de bienestar, aunque llevando en mismo, oculto y comprimido, el sentido de las cosas bellas, delicadas y exquisitas.

Cerca de la puerta había una reja de madera que separaba el público de las monjas los días en que el público entraba, que eran los jueves y domingos. De la reja para adentro, el piso estaba cubierto de hule, y a los costados de lo que bien podremos llamar nave había dos filas de sillas reclinatorios.

Su boca apenas estaba cubierta con un hule, desprendido de las puntas; un andrajo negro con letras amarillas y borrosas. Feli leyó con algún trabajo: «Aparisi y Guijarro». Ese señor continuó Isidro fue famoso en vida. Pronunciaba en el Congreso discursos que duraban varias sesiones. Los curas de toda España, los devotos, las mujeres, aguardaban con impaciencia los periódicos para leerle.

La calle ocupábanla ahora los vehículos de la busca, sórdidos, sucios, negros algunos de ellos como ataúdes, con toldos fabricados de viejos manteles de hule. Por las aceras pasaban y pasaban los grupos de trabajadores, con blusas blancas y el saquillo del almuerzo pendiente de un botón, o con chaquetones pardos y la boina calada hasta los ojos.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando