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Actualizado: 27 de junio de 2025


Pero de cintura arriba mostrábase el señorío, «la dignidad del sacerdote de la instrucción», como él afirmaba; lo que le distinguía de toda la gente de las barracas, gusarapos pegados al surco: una corbata de colores chillones sobre la sucia pechera, bigote cano y cerdoso partiendo su rostro mofletudo y arrebolado, y una gorra azul con visera de hule, recuerdo de uno de los muchos empleos que había desempeñado en su accidentada vida.

En una calle de los docks había una barbería frecuentada por los capitanes españoles. La charla pintoresca del barbero, nacido en Cartagena, las láminas de colores fijas en la pared representando corridas de toros, los periódicos de Madrid olvidados en los divanes de hule y una guitarra en un rincón, hacían de esta tienda un pedazo de España para los vagabundos del Mediterráneo.

Don Andrés contemplaba sobre el mármol de la mesa el recado de escribir; la cartera de roto hule y el mísero tarro de tinta, golpeándolos con el rabo de la pluma, una pluma de café, engrasada, torcida de puntas, instrumento de tortura para desesperar la mano. Falta una hora para el tren. Rafael, hombre; aún es tiempo. Vente y remediaremos esta chiquillada.

Cuando «había hule» y llegaba un telegrama anunciando la terrible cogida de un torero de la tierra, la emoción y la solidaridad patriótica ablandaban a los respetables senadores, hasta el punto de participar a cualquier transeúnte amigo el importante secreto. La noticia circulaba instantáneamente por los cafés de la calle de las Sierpes, y nadie la ponía en duda.

Otros soldados, los de caballería ulanos, cosacos, húsares, con uniformes verdes, grises, azules, galoneados de rojo y amarillo; con morriones de hule y piel de carnero, quepis y gorros desmesurados , ensillaban los caballos y liaban los capotes apresuradamente.

Y su figura, en este ambiente de inercia, de renunciamiento, de ininteligencia, marca un contraste inevitable entre las dos Españas. La comida transcurre lenta; son viandas exiguas, mal guisadas, servidas en vajilla desconchada y sucia, sobre el hórrido mantel de hule.

El hule o caucho, como, por lo general, se llama en los libros de enseñanza y en los informes oficiales, es nativo del Brasil, donde es árbol silvestre, como en otras partes de la América tropical.

Veían las cocinas con los pucheros armados sobre las ascuas, las artesas de lavar junto a la puerta, y allá en el testero de las breves estancias la indispensable cómoda con su hule, el velón con pantalla verde y en la pared una especie de altarucho formado por diferentes estampas, alguna lámina al cromo de prospectos o periódicos satíricos, y muchas fotografías.

María-Manuela abrió instantáneamente y le llevó por la mano, sin decirle palabra, hasta una salita donde había un sofá y cuatro sillas de paja, una consola con sus correspondientes caracoles de mar encima, espejo resguardado de las moscas por una gasa, algunos cuadros en litografía representando la historia de Hernán Cortés y D.ª Marina y en el centro una mesilla cubierta con tapete de hule.

Jaime dio un grito a madó Antonia para avisarle su presencia, y se introdujo en una habitación inmediata, el pequeño comedor que habían utilizado los últimos Febrer, venidos a menos en su fortuna, huyendo del gran salón donde se celebraban los antiguos banquetes. También aquí era visible el paso de la miseria. La mesa larga hallábase cubierta con un hule resquebrajado, de dudosa blancura.

Palabra del Dia

rigoleto

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