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Actualizado: 6 de julio de 2025


El padre Aliaga temblaba de una manera poderosa y concentrada. Algunas veces continuó el bufón , cuando yo la preguntaba el nombre de sus padres, me decía: No, no; yo he deshonrado su nombre; yo no tengo padres; Luis, que me vió huir, se lo habrá dicho á mis padres y me habrán maldecido. ¿Y quién es Luis? le preguntaba yo. ¡Luis!

Su pensamiento permaneció puro hasta aquella terrible hora de media noche. En ella el sentimiento, solo, luchaba con el mal deseo. Cada día sacaba del fondo de su naturaleza sana y vigorosa nuevos recursos para eliminar el virus, o, por lo menos, para contenerlo y hacerlo inofensivo: por eso se desterró al extranjero, por eso en el momento en que vio tu casa pensó en huir lo más pronto.

Respetadme, caballero dijo la condesa , y no veáis en más que una mujer que todo lo ha perdido por vos en un momento de locura y os castiga. Si culpa hay entre nosotros, no quién está más castigado: si , Catalina mía, viéndote obligada á prenderme por amor, ó yo, por amor, viéndome obligado á huir de ti. Os aseguro que no huiréis. Entonces seremos los dos felices. No os entiendo.

Permanecieron los tres en silencio. Luego el francés dijo en voz baja: Mi carrera perdida; mi familia abandonada... ¡Y lo más horrible es que no siento odio alguno al pensar en ese infeliz!... ¿Qué será de ? Robledo era el único de los tres capaz de una resolución enérgica en aquel momento. Lo primero es huir, Canterac. Este asunto hará mucho ruido, y no puede taparse como una riña de boliche.

Dejó que se aproximara, y cuando ya estaba cerca de la puerta de Pepe, salió de pronto de la oscuridad y se le plantó delante. Buenas noches, Antoñico. El amante de la maga dió un salto atrás y echó una ansiosa mirada á los lados, sin duda con intención de huir.

Tantos y tan recios fueron los golpes, que la criatura, tratando de huir aquel martirio, se agarró con las manos crispadas a las sayas de su verdugo. Sin saber cómo, tal vez por haberse colgado inconscientemente a ellas, la cinta que las sujetaba se rompió y vinieron al suelo, dejando a la costurera solamente con la camisa. Dio un grito de vergüenza y se apresuró a levantarlas.

Los jueves y los domingos, a la caída de la tarde, se estacionaban en la acera del Tribunal de Cuentas, frente a la portada churrigueresca del Hospicio, grupos de mujeres pobres con niños de pecho, viejos obreros, y una nube de muchachos, que entretenían la espera plantándose en medio del arroyo para «torear» a los tranvías, esperándolos hasta el último momento: el preciso para huir y no ser aplastados.

Además, las dos jóvenes lloraban que era un desconsuelo. Sucedióle á Montiño lo que á muchos que se creen invencibles antes del combate: huyó á la vista del enemigo. Y huyó, literalmente hablando. Luisa, al verle huir, sintió una especie de perverso consuelo. Había adivinado algo aterrador en Montiño. Se había visto descubierta. Había temblado. Pero al huir Montiño se tranquilizó.

Al fin han procurado convenirse En que salgan los viejos y mugeres, Y frailes y muchachos del poblado, Y que á la mira quede allí el soldado. La mísera hacienda recogida A prieta, de tropel y sin concierto. En carros y carretas fué metida, Que huir, todos dicen, es lo cierto.

Al ruido se detuvieron algunas personas; el amo de uno de los perros terció en la pelea, y dijo ciertas frases injuriosas al amo de otro. Clara, al ver que se reunía tanta gente, y que algunos mozos la miraban con atención impertinente, avivó el paso; tomó la calle arriba para huir de aquellas miradas.

Palabra del Dia

godella

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