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El proyecto de iros muy lejos á olvidar las horas malas para no acordaros sino de vuestro antiguo amor. ¿No es eso? Una gran palidez se apoderó de la cara de aquella mujer. Sus ojos se pusieron sombríos y su aliento se hizo corto. Sufría horriblemente. Entonces Sorege, con una risa en la que sonaba la venganza, añadió: Si, sin duda alguna; y has caído en la red. ¡Vamos!

Habían pasado dos horas, durante las cuales aportaron los pescadores dos cargas más de moluscos, esta vez de la especie más codiciada, cuando el salvaje de antes volvió a presentarse. Venía solo, como la vez anterior, pero horriblemente transformado.

Pero el tronco caerá: ese es mi afán, esa es mi locura.... Bien sabes que la infame añadió expresándose con mucha rapidez en voz baja , lejos de corregirse, progresa horriblemente en el escándalo.... Me han dicho que también la desprecias.... Pues bien, unámonos para castigarla.... Merece la muerte.... Castiguémosla y después... después seremos hermanos.

En las últimas noches de Agosto iba alguna vez al Prado, donde se reunía con las Cucúrbitas, y aunque horriblemente atormentada por la idea del compromiso inminente, tomaba parte en las conversaciones ligeras de la tertulia. Se formaba un grupo bastante animado, al que concurrían algunos caballeros.

Allí cerca se mueve alguna gente: óyense, soplando el viento de mediodia, algunos martillazos que dobla el eco de los vecinos collados, y á poco aparecen clavados tambien otros dos cuerpos horriblemente mutilados.

Un cadáver horriblemente desfigurado, fue cogido entre dos marineros, y en el momento de levantarlo en alto, algunos de los circunstantes se permitieron groseras burlas, que en toda ocasión habrían sido importunas, y en aquel momento infames.

Iba tan preocupado con el cuento que le repetía diariamente Lita de su hada madrina, pensando si se le habría realmente aparecido durante la noche, que no se fijaba donde ponía el pie... Al ir a meter la llave en la cerradura de la puerta, pisó una cosa blanda... se agachó a ver lo que era, y lanzó un berrido estridente... ¡Ahí estaba Lita, en su camisita de dormir, que mostraba horriblemente la miseria de su deformidad! ¡Ahí estaba Lita, yerta, blanca, verdosa, helada!

Estas y otras semejantes reflexiones atormentaban horriblemente a la muchacha y espoleaban su soberbia. Triste y ojerosa se levantó apenas fue de día. Dos o tres horas estuvo cavilando, rabiando y formando distintos proyectos. Varias veces pensó en ir a ver a don Paco, a quien había prohibido venir a verla hasta las diez y media de la noche, y a quien se había propuesto no ver antes.

Mi existencia desligada de muchas vinculaciones como usted ha visto y desengañada de muchos errores ya no pendía más que de un hilo, el cual aunque horriblemente estirado y más resistente que nunca, seguía sujetándome y no imaginaba que nada pudiera quebrarlo.

¡Que si quieres! El mastín, viendo al recién llegado achicarse, se creció horriblemente. ¡Guau, guau! gritó, buscando el registro más feroz y amenazador que pudo hallar en su pecho. Al mismo tiempo clavaba una mirada de exterminio en el presbítero y avanzaba, aunque con cierta cautela, hacia él.