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Actualizado: 24 de julio de 2025


Es que esta maldita venda dijo Bringas dando un suspiro , me agobia, me pesa como si fuera el bastión de una muralla... Es verdad que padezco mucho cuando me hiere la luz; pero también la impaciencia, y sobre todo la oscuridad me mortifican horriblemente... Es un consuelo ver de rato en rato alguna cosilla, aunque sólo sea la cavidad de la habitación, con los objetos confusos y como borrados; es consuelo verte, y por cierto que si no me engaña esta pícara retina enferma, tienes puesta una bata de seda... La que te dio Agustín ¿no la habías deshecho para cortar un vestido a la niña?

Con estos antecedentes, ya puedo desarrollar la situación dramática, de un efecto horriblemente sublime. Veamos: ella está en su cuarto, lánguidamente sentada junto á un veladorcillo, y piensa en el Apolo de Azabache, charolado objeto de su pasión. Hojea un álbum, y de tiempo en tiempo su rostro se contrae con aquel siniestro mohín que la hace tan espantablemente guapa.

Si usted me hubiese escuchado hasta el fin, prosiguió ella, nos habríamos ahorrado esta interrupción tan desagradable. Déjelas conversar allí, mientras no solucionemos el asunto. Me es horriblemente penoso tener que emplear tantos argumentos.

Llevose la mano a la cabeza y la retiró manchada de sangre. Notó que el brazo derecho le dolía horriblemente. «Vamos, vamos le dijo uno , véngase usted a la Casa de Socorro». Gatera... miserable... Vamos; ya eso se acabó... ¿En dónde tiene usted el sombrero? Maxi no dijo nada ni se cuidó del sombrero.

Ella recordaba confusamente el cuadro de la habitación mortuoria, el túmulo negro, el Cristo de plata; alguien la había levantado en alto, y ella vio entonces, en el ataúd, una forma larga, cubierta desde la cabeza hasta los pies con un paño blanco; sólo aparecían las manos, traídas por encima del paño, horriblemente pálidas y tiesas. Pero no le parecieron las manos de su padre.

Sellos masónicos. Marqués de Sabadell. Porque tenía la atención el coleccionista de apuntar siempre, junto al donativo, el nombre del donante. Apareció al fin la página 117... y el tío Frasquito miró a Jacobo estupefacto, y Jacobo al tío Frasquito horriblemente pálido.

Es cruel eso de que todos seamos distintos por la fortuna y tengamos que ser iguales por la ropa. El inventor de las levitas sembró la desesperación en el linaje humano. Padecía con esto Melchor horriblemente, y cada día sufría una humillación nueva. El lujo de los demás le azotaba la cara.

La virtud y la hermosura hubiéranse mezclado horriblemente con las intrigas palaciegas. La corte española honró en la viuda de Igualdad a la víctima de la Revolución y de los desaciertos de su marido. 3 de julio de 1801. Ayer quedamos definitivamente instalados aquí, en Saint-Point. El día lo he pasado arreglando mi pequeño ajuar. Estoy muy cansada.

Gritó desde la puerta; pero como no respondiera al llamamiento su vecina, salió impaciente. No tardó cinco minutos en volver acompañada de una mujer joven y flacucha, insignificante, lacrimosa, horriblemente vestida, pero peinada con increíble esmero.

Parecía que aquella tristeza aumentaba al verme a tan tranquilo y satisfecho; mi calma, sobre todo, le mortificaba horriblemente; quería censurar mi felicidad sin haberme él dicho antes el motivo por el cual debiera estar yo triste.

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