Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de julio de 2025


A pesar de lo horriblemente enfermo que me encontraba, tuve el tacto de continuar dormido, por lo que pudiera pasar. Sentí los brazos delirantes de mamá sacudiéndome. ¡Mi hijo querido! ¡Eduardo, mi hijo! ¡Ah, Alfonso, nunca te perdonaré el dolor que me has causado! ¡Pero, vamos! decíale mi tía mayor ¡no seas loca, Mercedes! ¡Ya ves que no tiene nada!

Dos o tres veces fue D. Evaristo al siguiente día a enterarse de la salud de Fortunata; pero no la pudo ver. Dorotea le dijo que la señorita no quería ver a nadie, y que de tanto pensar que era honrada, le dolía horriblemente la cabeza.

¡Ay, Mario del alma, no sabes lo que acaba de suceder! El joven se puso horriblemente pálido y profirió con voz ronca: ¡Carlota!... Su mujer apareció por el extremo del pasillo pálida y grave y avanzó lentamente. ¡Carlota! ¿el niño?... volvió a gritar acongojadamente. Carlota hizo un signo negativo con la cabeza. En aquel momento, un grito desgarrador hirió sus oídos. Era la voz de Presentación.

Esta gran carnicería de mármol y cristal hacía pensar en una humanidad horriblemente superior pervertida por la antropofagia, donde los fuertes se alimentasen con los despojos de los débiles.

Medianamente; horriblemente fatigado respondió el caballero que acababa de sentarse. Y adoptó una actitud tal de cansancio hundiendo la cabeza en el pecho, dejando pendientes las manos y respirando con anhelo por su boca entreabierta, que en realidad parecía deshecho por una serie de esfuerzos colosales.

Se había fracturado un brazo en su caída; su cabeza, que había chocado contra un pico de la roca, sangraba horriblemente. ¿Qué hacer en tan terrible posición? Comenzaba a amanecer y me dirigía apresuradamente al castillo en demanda de auxilio para él, cuando encontré en el camino una berlina, y en ella un gran señor que volvía de casa de usted; era el cardenal Bibbiena.

Señor cura, voy a decir algo horriblemente indiscreto... Pero veo la mesa puesta y... ¿No podríais invitarnos a comer? ¡Bettina! dijo madama Scott. Dejadme, Zuzie, dejadme en paz... ¿No es verdad que queréis, señor cura? Pero el anciano cura no encontraba nada que responder.

Conozco bien tu genio; eres impetuoso en extremo, y tal vez antes de reflexionar sobre mis palabras y equivocándote acerca de su sentido, te inflamarías como una pólvora, lo echarías todo a rodar y me asustarías horriblemente como en la noche que celebramos el santo de mamá. Por eso, después de vacilar mucho, me resuelvo a decírtelo por escrito y no de palabra.

Con todas estas consideraciones procuro hacer aborrecible el amor de esta mujer; pongo en este amor mucho de infernal y de horriblemente ominoso; pero como si tuviese yo dos almas, dos entendimientos, dos voluntades y dos imaginaciones, pronto surge dentro de la idea contraria; pronto me niego lo que acabo de afirmar, y procuro conciliar locamente los dos amores. ¿Por qué no huir de ella y seguir amándola sin dejar de consagrarme fervorosamente al servicio de Dios?

Colocado él entre estos dos imposibles, padeció horriblemente en breves instantes. Los toques de clarín y tambor arreciaban y se sentían pasar las tropas por la calle con algazara y gritos. Las pisadas de tantos hombres producían hondo rumor, como mugido lejanísimo de la tierra por tantos pies herida.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando