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Actualizado: 24 de julio de 2025
Entonces habrás matado su felicidad; doña Clara Soldevilla, la conozco bien... te obligará á huir... pero él... él... te seguirá... ella... ella... puede ser que no sea tan honrada... si llegas á herirlos en el alma... porque se aman... ¡se aman! no necesitas más venganza... te habrás vengado horriblemente. ¡Pero si él quería seguir viniendo á mi casa! exclamó la Dorotea.
Antes que eso suceda estoy resuelto a hacer justicia por mi propia mano... Reynoso horriblemente pálido le contemplaba atónito, sin pestañear. Antes de dar este paso he consultado con tus amigos más fieles, con los que te quieren como un hermano y ellos han visto como yo que era de todo punto necesario esta operación dolorosa.
Las criadas, endomingadas, huían despavoridas al escuchar el vocerío; y pasaba la tribu al galope, dando furiosos saltos, con sus caretas horriblemente grotescas y esgrimiendo por encima de sus cabezas enormes navajas de madera pintada con manchas de bermellón en la corva hoja.
Encuéntrase aquí la enfermedad de los dos Príncipes; la repentina aparición de San Bartolomé al Rey, estando cerradas las puertas, y, por último, el delirio de Irene, acerca del cual Abdias dice lo siguiente: «Teniendo Polynio una hija loca, llegó á su noticia este exorcisador de demonios, y lo hizo buscar, y le suplicó de esta manera: «Mi hija es atormentada horriblemente, etc.»
Al rendirse Valencia al mariscal Suchet, le habían llevado prisionero, con unos cuantos miles más, á una gran ciudad: Tolosa de Francia. Y mezclaba en la conversación, horriblemente desfiguradas, las palabras francesas que aún podía recordar después de tantos años. ¡Qué país!
Comprendía Álvaro los escrúpulos de Ana, pero se propuso vencerlos y los venció. Sin embargo, si los obstáculos del orden puramente moral, los escrúpulos místicos, como se decía Álvaro con frase tan impropia como horriblemente grosera, se dejaron a un lado, a fuerza de pasión, los inconvenientes materiales, las precauciones del miedo opusieron dificultades de más importancia.
Declararse extenuada, era abrirme su corazón a dos manos y mostrarme el mal que en él había hecho yo. No lanzó ni un gemido de angustia. Se desplomó desfallecida. Un día le dije: Me ha curado usted, Magdalena; ya no la amo. Ella se quedó parada, se puso horriblemente pálida y vaciló como espantada por una maldad que la penetraba hasta el fondo del alma.
Sí respondió Francisca, con su desparpajo habitual, pero cuando yo he abierto la ventana, ignoraba que pasaba el capitán, y cuando éste pasó, no sabía que yo abría la ventana. Y suponen que estábamos de acuerdo... ¿Y qué? Que me ofende horriblemente que se crea que hago caso de ese capitán, que estoy segura que no se ocupa de mí... Es rico, y...
Y se encontraron allá con que todo faltaba, y para recolectar un poco de oro había que sufrir horriblemente. El gobernador, con el ansia de amontonar riquezas y contrariado por los obstáculos, mostrábase huraño, atribuyendo la falta de éxito a la pereza de los individuos de la colonia.
El carácter de la ciudad es serio y grave, los domingos horriblemente tristes, solo el comercio, y nada mas que el comercio, constituye la vida inglesa: aunque hay teatros y diversiones, excepto los domingos, es inútil buscar la alegría, no se halla en parte alguna: es difícil, sino imposible, comer á gusto del individuo: en una palabra, Lóndres no hace nada por los extranjeros; Paris, todo: en la capital de Francia encuentra el viajero la realizacion de todos sus gustos, su manera de vivir; en la capital inglesa, es preciso plegarse al ajeno estilo, renunciar á lo conocido y agradable: en Paris se olvida uno si ha salido de su patria, en Lóndres nunca se deja de ser extranjero.
Palabra del Dia
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