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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
...¡No sé!... aquí... no sé qué tengo... ¡ganas de llorar! Llora... así... llora no más... eso te hará bien... Lorenzo lloraba a sollozos, recostada la cabeza en el hombro de Melchor, de cuyos ojos caían silenciosas lágrimas sobre el cabello de su amigo... ...Bueno... ¡ya pasó...! ¡Cuánto te incomodo!... ¡Al contrario!... acabas de darme un alegrón... ¿Esto más?... ¡eres un santo, Melchor!
Llevole de la mano hasta la puerta de la estancia, y al despedirse le pronunció otro corto discurso, dándole afectuosas palmaditas en el hombro: No ser loco, no ser loco, joven.
Completamente ido de la cabeza... manicomio. ¡Que no come! Al manicomio... que le van a poner en Leganés... ¡Ah! ¿Y doña Lupe? Ella y yo... Fortunata hizo con sus dos dedos índices un signo muy expresivo, poniéndolos punta con punta. Habéis reñido... ji ji ji... ¡Qué cosas! Doña Lupe muy lagarta... El gatito que se había subido en el hombro del señor, estaba muy preocupado con la trompetilla.
Al atravesar el poblado de Villanueva en el cual todos los rostros me eran tan conocidos vi a dos o tres de mis antiguos camaradas, crecidos ya, casi hombres, que se encaminaban al campo con los útiles del trabajo al hombro. Volvieron la cabeza al percibir el ruido del carruaje, y comprendiendo que se trataba de algo más que un paseo me hicieron expresivas señas para desearme un feliz viaje.
Mañana será otro día... El conde no ha de ser siempre diputado, señorito... y cuando llegue la ocasión, todos arrimaremos el hombro y le ayudaremos á empinarse... Octavio sintió un fuerte estremecimiento al oir el nombre del conde de Trevia, como si despertase de un sueño profundo.
Maltrana había admirado muchas veces a su amigo cuando le mostraba el cuerpo con el impudor de un bravo: dos postas en la cabeza, incrustadas en los huesos del cráneo; un balazo en un hombro y otro en una pierna, proyectiles redondos que le había extraído una curandera de la vecindad con dolorosos procedimientos, y el resto del cuerpo hecho una criba por los perdigonazos, a los que apenas daba importancia, considerándolos accidentes vulgares.
Hay en Valleumbroso prosiguió el sabio con voz resonante una preocupación de la personalidad propia, que es uno de los caracteres típicos de la forma clínica genial. ¿No es verdad, amigo Valleumbroso? añadió poniéndole con protección una mano sobre el hombro ¿no es verdad que vive usted excesivamente preocupado de sí mismo?
Y el marqués, poniendo su diestra en un hombro del desconocido, parecía agradecer la tristeza que se reflejaba en su rostro. La llegada a la casa de Gallardo fue penosa. Sonaron adentro, en el patio, alaridos de desesperación. En la calle gritaban y se mesaban los pelos otras mujeres vecinas y amigas de la familia, que creían ya muerto a Juanillo.
La cosecha es magnífica dijo Isidro aquella mañana, apoyándose en un hombro de Manzanares . No se preocupe, mademoiselle. Todas en el buque dicen lo mismo.
He procedido lealmente contigo, y hoy más que nunca, ¡aunque jamás hayas sido más indignamente engañado que hoy! ¡Si tan sólo pudiera decirte cuánto te amo! ¡Con qué placer moriría en el acto! ¡Colgarme una sola vez de tu cuello, ocultar una vez mi cabeza en tu hombro y llorar lágrimas de sangre!
Palabra del Dia
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