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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Yo no soy como la mayoría de las mujeres. ¡Bueno fuera que con la vida que llevo me mostrara hipócrita!... Mi pobre tía me cree una loca, porque digo las cosas como las siento: en mi vida me han querido mucho o me han aborrecido, por esta manía de no ocultar la verdad... ¿Quiere usted que se la diga?... Pues bien, usted ha venido aquí porque me ama, o al menos cree amarme; el defecto de todos los muchachos de su edad apenas encuentran una mujer que no es igual a las otras que conocen.

Cristeta no era hipócrita ni desdeñosa del amor, ni de las que, por lo ariscas, hacen antipática la virtud; pero instintivamente consideraba su hermosura como complemento de su corazón: quien no poseyese éste, no disfrutaría de aquélla. Se reconocía hermosa, y no concebía que pudiera tasarse su belleza.

Hasta la noche del domingo estaban con sus familias entregando los ajorros a las mujeres; la parte de jornal que les restaba después de pagar el costo. El sacerdote mostraba su extrañeza al ver que los viñadores se habían quedado en Marchamalo siendo domingo. Porque son muy buenos, padre dijo el capataz con acento hipócrita.

Caminando hacia el Barrio Alto, Andrés a la derecha, yo a la izquierda, conté al buen viejo cuanto me pasaba; los dichos de Castro Pérez, la hipócrita calumnia de Ricardo, y por último, le hablé de mis esperanzas. No te apenes; me decía conmovido no te apenes que no hay para qué; eso es cosa diaria y corriente en Villaverde.

Como Villafría era pueblo muy liberal y avanzado en ideas, acusaban muchos al P. Enrique de hipócrita, de carlistón y de neo, y en cambio, los verdaderos neos y carlistones, que tampoco allí faltaban, miraban con desdén al Padre, porque de nada les valía ni con ellos se espontaneaba, o más bien, no tenía de qué ni sobre qué espontanearse.

Llegó un día en que creí que había sido un imbécil; que había ido, respecto a Amparo, más allá de donde debía. Hasta llegué a creer que el padre Ambrosio era un hipócrita, y doña Gregoria una mujer interesada.

Le digo á usted que no quien es ese hombre; que hoy ha entrado aquí á preguntar por usted. Yo no quién es ni me he ocupado nunca de semejante persona. Hipócrita, ¿piensas que creo en tu aire de mosquita muerta? Fíese usted de las niñas apocaditas. Pero tus travesuras se concluirán, Clara. Ya no comprometerás otra vez mi reposo como hoy.

Haveis de consentir que esta embaidora, Hipocrita gentalla se me atreva, De tantas necedades inventora? Haced famosa y memorable prueba De vuestro gran valor en este hecho, Que á su castigo y vuestra gloria os lleva. De justa indignacion armad el pecho, Acometed intrepidos la turba, Ociosa, vagamunda, y sin provecho.

40 El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como el maestro, será perfecto. 42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la paja que está en tu ojo, no mirando la viga, que está en tu ojo? Hipócrita, echa primero fuera de tu ojo la viga, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.

D. Jacinto de la Mota jamás fue hipócrita ni falso en sus devociones, ni en la austeridad de su vida. Educado severamente, muy correcto en todo y guiado por el santo temor de Dios, cumplía con sus deberes, sin el menor asomo de jactancia.

Palabra del Dia

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