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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Eres tan hipócrita como intrigantuelo y trapisondista repuso entre severa y amable. ¿Conque me tienes ley? ¿Por qué te portaste tan mal conmigo? Señora exclamé, haciendo aspavientos de respeto . ¡Yo portarme mal! ¡Si no podré olvidar nunca lo bien que estaba al servicio de Su Excelencia! ¿Quieres ser otra vez mi criado? me preguntó. Esta proposición cayó sobre como un rayo.

Era una prueba, no sabía de qué, pero adivinaba que sin saber ella cómo ni cuándo, aquella prenda podía llegar a valer mucho. «¿Y qué probaba aquel guante respecto a la santidad de la señora? Que era una hipócrita. ¡Si no fuera por el Magistral!». Los Vegallana y sus amigos estaban asustados.

Religiosa por superstición, devota por fe heredada, hipócrita por el qué dirán, e intransigente por decoro, adoraba la misa en que estrenaba un traje, la Semana Santa en que, tan guapa como el año anterior, pedía para los pobres, o la novena que autorizaba una cita.

Esto en ciertas situaciones especiales, que cuando aquel ojo dormía cubierto por una expresión hipócrita, la señora María tenía el aspecto de la mujer mejor del mundo. Pero cuando asomó á la puerta de la cocina el cocinero del rey, en cuanto la señora María le vió, el ojo se puso en movimiento y expresó la cólera más concentrada y más vengantiva que darse puede.

No quiero dar a entender que don Guillén fuese un histrión, y que, después del gran esfuerzo hipócrita sobre el proscenio, al volver entre bastidores, fingiese hallarse dominado todavía por el espanto y rigidez patéticos, y no poder recobrar la elasticidad y movilidad de los músculos de la expresión.

El presidente del Casino en tanto, acariciando con el deseo aquel tesoro de belleza material que tenía en los brazos, pensaba.... «¡Es mía! ¡ese Magistral debe de ser un cobarde! Es mía.... Este es el primer abrazo de que ha gozado esta pobre mujer». ¡Ay , era un abrazo disimulado, hipócrita, diplomático, pero un abrazo para Anita! ¡Qué sosos van Álvaro y Ana! decía Obdulia a Ronzal, su pareja.

Por parte de mi hijo me parece que no sucederá añadió . Es un infeliz, un pobre chico incapaz de ofender a nadie. Peca gravemente el que le infiera daño alguno. De todos mis hijos ha sido siempre el más cariñoso y el que me profesa más respeto. Sus hermanas le motejan constantemente, le llaman holgazán a hipócrita y dicen que me tiene embaucada. Esto me causa bastantes pesadumbres.

Y así, hallándose las dos, con todo sosiego, en la salita de doña Luz, la mañana misma de la partida de D. Jaime, dijo la hija del médico a la hija del marqués: Vamos, confiesa que nuestro diputado no te parece saco de paja. No me parece sino muy bien respondió doña Luz . Decir otra cosa sería hipócrita falsedad. Es elegante, discreto, buen mozo y muy amable.

Aunque ese es un turco y Vd. todo un caballero, lo cual explica que Vd. me hable siempre con indiferencia o sequedad, como me consta que no es Vd. hipócrita ni intolerante, sino que tiene Vd. manga ancha y caridad para ciertos pecados, no me cabe la menor duda de que cuando Vd. me trata con el... con el desvío, con la antipatía, que me demuestra, es porque tiene de muy mala idea.

Dos días antes de hacerse, vino por acá el muy hipócrita y me dijo: «Señor cura, voy a hacer postura al prado del molino de abajo, pero si usted lo quiere me quedo en casaEl tunante trataba de sonsacarme la cantidad que yo pensaba ofrecer. «No, no lo quiero; puedes rematarlo cuando gustesle contesté.

Palabra del Dia

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