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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Por su parte Lázaro empezó a ver en la duquesa, si no una mirada pronta a esquivar la suya, al menos un oído que su dulce severidad parecía contrariar en algo, notando que la gran dama, más hipócrita por artificio que por naturaleza, aunque pensaba con licencia, gustaba de aparentar recato.
Bien sabía Dimmesdale, hipócrita sutil, aunque lleno de remordimientos, de qué modo se consideraría esta vaga confesión.
¡Despreciable, hipócrita! exclamó Mathys . ¡Queréis ahorraros la confesión de vuestra falsía! Voy a arrancaros la careta, señora; lo sé todo. ¿Qué sabéis? Os lo ruego, hablad más claro, me hacéis temblar. ¿No le revelasteis a Marta el secreto del nacimiento de Elena? ¡Yo! ¡Qué idea tan insensata! ¿Cómo se me podría ocurrir perderme a mí misma?
Mientras me hallaba ocupada en atenderla, durante una de esas crisis, vi de pronto junto a mí a la madre de Roberto. Al observar su mirada envenenada, al verla retorcerse las manos con afectación y bajar las extremidades de sus labios para simular un dolor hipócrita, me viene de repente este pensamiento: «He aquí una que espera la muerte de Marta, que la desea.»
Al cabo tropezó con dos paisanos de Riofrío, y entró debajo de un hórreo con ellos a beber una copa. Cuando le pareció que Rosa y Máxima tenían ya tiempo para estar de vuelta, despidiose y se dirigió a casa de la tía Eugenia. Recibiole ésta, que ya estaba en el secreto, con la satisfacción hipócrita y el servilismo que despliega la gente del campo ante los señores.
¿No has encontrado a Nieves? preguntó con reprimida cólera la gentil costurera. Sí, la he encontrado respondió él con acento indiferente. ¿Y no te has parado con ella? No; la he dicho simplemente adiós. ¡Embustero! ¡hipócrita! ¡tío silbante! exclamó con furia Valentina. ¡Toma, por zorro! Y le descargó sobre los brazos una granizada de pellizcos.
Por fin, después de muchas cartas, don Pedro parece que lo ha arreglado todo; le ha contestado a mi administrador que esté tranquila, que tendré la mejor mesa, junto a la terraza y al lado del caminito para ver entrar y salir la gente. ¿Y para que te vean? No, eso no me importa. ¿Quién se va a fijar en mí, en una pobre viuda? Vamos... no sea hipócrita conmigo. ¿Piensas bailar?
Ahora bien.... Petra... puede y creo que quiere comprometernos. Pero vamos a ver, ¿qué hace Petra? Comprometer la paz de esta casa; temo que quiere dominarnos prevaliéndose de mi situación falsa, falsísima... lo confieso. ¿No comprende usted que para Ana tendría que ser un golpe terrible cualquier revelación de esa... ramerilla hipócrita?
Al pueblo que se tiraniza, se le obliga á ser hipócrita; á aquel á quien se le niega la verdad, se le da la mentira; el que se hace tirano, engendra esclavos. ¡No hay moralidad, dice usted, sea! aunque las estadísticas podrían desmentirle porque aquí no se cometen crímenes como los de muchos pueblos, cegados por sus humos de moralizadores.
Hacía tres años que el Menino estaba en poder de nuestra niña y en todo este tiempo no había dado señal alguna de nutrir en su cerebro proyectos de evasión; antes por el contrario, el grandísimo hipócrita mostraba siempre que podía que se le daba un bledo por la libertad y que había renunciado a ella de buen grado en obsequio de su amabilísima ama.
Palabra del Dia
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